Parques como el de Santa Lucía han dejado de ser un espacio público para convertirse en un sitio destinado al turismo
La transformación del Centro Histórico de Mérida ha generado nuevas relaciones sociales entre los extranjeros que ahí viven y los locales que poseen negocios en esa zona, sin embargo, especialistas en urbanismo aseguran que esta dinámica genera también situaciones de desigualdad y discriminación.
Durante su participación en el Seminario Internacional de Centros Históricos, las investigadoras, Lucía Tello Peón y Blanca Paredes Guerrero, coincidieron que los espacios públicos del Centro Histórico de Mérida, como por ejemplo el parque de Santa Lucía, ha dejado de ser un espacio público para convertirse en un sitio destinado al turismo, donde se ofrecen servicios de hospedaje y gastronómicos de alto costo, reduciendo la posibilidad de más meridanos acudan al lugar.
“En este siglo existen otro tipo de desigualdades que afectan al Centro Histórico, el segundo cuadro de la ciudad y otras zonas que las autoridades municipales han catalogado como patrimonio de la ciudad; esto se debe a la situación migratoria, la relación existente entre las diferentes “Méridas”, el tipo de vivienda y servicios, lo cual ha creado una nueva élite que ahora ocupa predios en los barrios antiguos”, señaló Blanca Paredes Guerrero.
Agregó que la desigualdad se acentúan también por cuestiones de seguridad, el mercado global de bienes raíces, que ofertan casas del rumbo a precios muy altos lo que ha llevado a la elitización de esta zona y de su oferta de servicios.
Por su parte, Lucía Tello Peón señaló que desde su fundación, el Centro Histórico de Mérida se polarizó y estableció la desigualdad porque sus barrios fueron destinados para los diferentes estratos sociales, situación que se manifestó en sus edificaciones.
“Mérida fue desigual desde sus orígenes, porque la ciudad fue repartida por la Iglesia y los conquistadores, los cuales establecieron zonas específicas basadas en las diferencias étnicas, edificando edificios majestuosos para el clero y las familias españolas, mientras que las zonas periféricas se establecieron indígenas”, indicó.
Señaló que actualmente se ha buscado minimizar la desigualdad social que prevalece en este sector implementando políticas públicas que lo impulsen como zona con vivienda, “aunque es un hecho que en los barrios antiguos siguen viviendo familias de escasos recursos y personas de la tercera edad, tanto extranjeros como locales”.