¿Y qué fue del oso de Bimbo?

Hasta donde puede notarse desde lejos, Alejandro Fernández, “El Potrillo”, sigue llenando escenarios. Aunque una de sus fotos más famosas es esa en la que aparece con el torso desnudo acompañado de amigos —sugerentemente en una fiesta después de unos tragos— no hubo para él una repercusión después del pequeño escándalo que pudo generar la imagen.

Él es en sí mismo una empresa que ofrece trabajo a tal vez cientos de personas.

¿Qué fue de Grupo Bimbo, de Daniel Servitje después del ruido que le generó un video que evidenció el presunto robo a un pobre anciano por parte de uno de los vendedores de la compañía?

Sus acciones que reflejan el valor de la compañía permanecieron en un valor relativamente estable durante la crisis y de sus ventas hasta ahora no hay noticia de una caída.

Por el contrario, el banco estadounidense JP Morgan mejoró el mes pasado la calificación de sus papeles en Nueva York.

¿Recuerdan el escándalo de Volkswagen cuando fue revelada la arbitraria modificación de sus sistemas de indicadores de contaminantes? Ocurrió en septiembre de 2015 y a tres años de distancia los papeles de la compañía cotizados en Alemania ya valen 50 por ciento más que en aquellos días.

Es la reputación la clave. Especialistas en comunicación con los que trato frecuentemente coinciden en que las crisis se resuelven antes de que ocurran.

Juegan un rol clave la calidad de sus productos y el trato al medio ambiente, a sus clientes y empleados, amén de la imagen que difundan de manera constante de todas esas actividades a través de medios de comunicación y desde hace algunos años, las redes sociales.

La gente conoce a “El Potrillo” desde mucho antes de la foto de donde aparece “enfiestado” y consume su música por todo lo que construyó desde su juventud. Algo similar ocurre con el pan de Bimbo o con los automóviles Volkswagen.

Hay nuevos proyectos todo el tiempo en todas partes y conozco un caso que indirectamente empieza a hacerle ruido a Grupo Kuo, de Fernando Senderos Mestre, en la Península de Yucatán, por una presunta contaminación de cenotes que aunque no ha sido comprobada y puede ser falsa, está asociada con sus proveedores de cerdos para las plantas de su subsidiaria Kekén que acaso puede ser más conocida en la región.

Esa empresa comenzará a ver los frutos del trabajo que haya realizado en su reputación durante los años. Es posible que sea suficiente, de lo contrario los pobladores podrían conocer solo su versión “enfiestada” y eso puede derivar en una crisis.

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