Por Eduardo Ancona
Miles de Cejas se levantaron el miércoles con las palabras de Paco Ignacio Taibo II. En la FIL de Guadalajara un miembro del público cuestionó al escritor sobre el estado de la reforma legal que emprendió Morena para hacer posible su llegada al Fondo de Cultura Económica. El escritor nació en España, por lo cual no podía acceder a un puesto reservado para mexicanos por nacimiento. La idea de la mal llamada “ley Taibo” (en todo caso, reforma Taibo) es anular este requisito. Al hablar de esta reforma Taibo dijo “se aprobó en la Cámara de Diputados, ahora pasa al Senado y en ultimado caso si todavía no pasa para el lunes va a haber un edicto del Presidente nombrándome encargado de despacho mientras sale la ley. O sea, sea como sea, se las metimos doblada, camaradas”. Finísima expresión.
Confieso que me sacó una carcajada, pero no por eso deja de ser reprobable, y desde una óptica literal, machista, aunque con base en los antecedentes del personaje pensaría que es algo dicho en una suerte de arrebato y no con referencias misóginas u homofobas. Sin embargo, la irreverencia tiene algo de refrescante. En un sistema político en donde “la simulación es la Reyna” (Silva-Herzog) y la hipercorrección política la norma, que alguien nominado a ser la cabeza de la editorial del Estado se suelte semejante vulgaridad sin ningún reparo en un evento público relaja bastante, demasiado, un ambiente tenso. El punto está en no quemar al Santo, pero tampoco dejarlo en la obscuridad.
El fondo del debate en torno a Taibo y lo que desencadenó su sofisticada expresión fue la modificación legal que ya explicamos. Y si bien no es del todo deseable hacer una reforma con el único objetivo de favorecer el nombramiento de una persona, celebro que se realice este cambio y tengo la esperanza de que derive en otras modificaciones, ya que se cuentan por decenas los puestos públicos a los que sólo puede acceder un mexicano por nacimiento y no por naturalización. Lo que es, de sobra, absurdo.
Por último, in duda Paco Ignacio Taibo II se extralimitó. Sin embargo, creo que pedir se le retire la invitación a presidir el Fondo es un exceso. Creo que el debate el torno a Taibo y el FCE debe darse más bien en el campo editorial e institucional. Estamos, sin duda, ante un extraordinario escritor y gran promotor de la lectura. Sin embargo, es también un furibundo marxista. ¿No es más importante discutir la linea editorial del Fondo y la existencia de candados que evitarán que el Director en turno la secuestre, que las majaderías de su tutilar? ¿O cómo garantizar la pluralidad ideológica del catálogo del Fondo? Ahí está lo relevante.