En tartas y pasteles. En muñecos. En pegatinas para el coche. En centros comerciales, en guarderías, en restaurantes. En todos los tamaños y versiones, Peppa Pig se ha convertido en China en el símbolo informal del nuevo año lunar que entró ayer medianoche, el Año del Cerdo según el horóscopo tradicional. Hasta tiene su propia película rodada especialmente para el mercado chino, Peppa Pig Celebra el Año Nuevo, y los soldados del Ejército Popular de Liberación en Hong Kong desfilan reproduciendo su imagen para felicitar el año.
Aunque el popular dibujo animado empezó a emitirse en las televisiones occidentales en 2004, a China no llegó hasta nueve años más tarde, en 2015. Pero desde su estreno en el país asiático se convirtió en una de las series más populares para niños en edad preescolar, e incluso adolescentes que han adoptado a la cerdita amante de pisar los charcos de barro como un peculiar símbolo de rebeldía.
Pero el año pasado, el popular dibujo animado no atravesó sus mejores momentos en China. Algunas tribus urbanas se apropiaron de su imagen, para convertir a la cerdita rosa fósforo en un icono gánster, algo que hizo que el portal de vídeos Douyin retirara cerca de 30.000 cortos relacionados con Peppa.
Recién entrado 2019, la cochinilla no solo está completamente rehabilitada. Se ha hecho ubicua en el año de un animal, el cerdo, que según la tradición china es símbolo de prosperidad y especialmente auspicioso.
Y a su ubicuidad ha contribuido el estreno de su película y, sobre todo, su conmovedor tráiler previo, un vídeo con actores reales que se ha convertido casi en un fenómeno sociológico y que ha hecho furor en las redes sociales chinas, donde se ha visto más de 1.500 millones de veces. Sí, 1.500 millones de veces.
En el vídeo, de algo más de cinco minutos y dirigido por Zhang Dapeng —responsable también de la película—, un abuelo en un pueblo remoto recibe una petición telefónica de su nieto: por Año Nuevo, quiere “Pei Qi” (“Peppa Pig”). “¿Peppa Pig? ¿Qué es Peppa Pig?” El abuelo, con el móvil estropeado, se pone en marcha a preguntar a sus convecinos, tan en la inopia como él. Para unos, es una marca de suavizante. Para otros, un juego de ajedrez.
Finalmente, y con ayuda de una vecina que vivió en Pekín una temporada, consigue fabricar una versión personalísima de la cerdita…
El vídeo ha tocado, claramente, una fibra sensible entre el público chino. Retrata los problemas de la rápida urbanización del país y las zonas rurales dejadas atrás, más pobres y con una deficiente cobertura de internet. Y recuerda valores tradicionales de la cultura china, como la importancia de la familia unida, que la vida moderna y la emigración a las ciudades han dejado en segundo plano.
Texto y foto: Agencias