Por María de la Lama
Twitter es un tesoro para la gente curiosa y con ideas extrañas. Es una ventana a las conversaciones de personas interesantes que en un tiempo sin redes sociales no se conocerían entre sí, a las cuales no conoceríamos los metiches como yo. Entre la gente que más me divierte de mi timeline de twitter están un grupo de intelectuales con ideas poco ortodoxas, al que recientemente alguien tuvo la fabulosa idea de nombrar la “intelectual dark web”: la oscura red intelectual. El principal rasgo que comparte esta gente, entre la que hay matemáticos, biólogos, psicólogos, filósofos y economistas, es un compromiso imperturbable con la razón, la ciencia y el diálogo honesto y libre. Y su principal preocupación es que algo está mal en un mundo en el que los defensores de estas ideas son considerados intelectuales oscuros y heréticos.
A pesar de lo que insinúa el nombre con el que recientemente los bautizó algún fan anónimo, esta red de pensadores no es ningún tipo de organización, sino solo un grupo de intelectuales brillantes y heterogéneos que se sentían incómodos en sus respectivos círculos académicos, y que descubrieron, gracias al internet, que no están solos. A través de Twitter, Youtube y podcasts han construido un diálogo francamente interesante acerca de todo tipo de temas controversiales, desde los problemas del pensamiento intelectual dominante, hasta las relaciones entre biología, filosofía, economía y política. Y poco a poco, en apenas unos años, han recolectado una audiencia cada vez más grande de gente que creemos que le están pegando a clavos muy importantes.