Por Didier Ucán
En los 90 la proliferación de caricaturas animadas era abrumadora, Cartoon Network y Nickelodeon se peleaban por la audiencia infantil que terminaba por sintonizar los canales de tv de paga para presenciar joyas de la animación como Hey Arnold! , La vaca y el pollito o Jonny Bravo. Los 90 marcó una era de producciones consumidas y competencia dura entre dichos canales de televisión.
Entre todas estas propuestas Nickelodeon creo un show que narraba las desventuras de un walabby adulto joven que se enfrentaba a la vida en Estados Unidos, Rocko migra desde Australia e intenta adaptarse a la modernidad que ofrece un país de primer mundo, ahora junto a sus amigos Heffer y Filburt pasarán peripecias en su intento de adaptación.
Como toda buena serie animada de los 90 también tiene chistes de tono adulto, con insinuaciones sexuales ligeras como su vecina, la señora cabeza grande quien en repetidas ocasiones intenta seducir a Rocko, o el uso de partes del cuerpo sexualizada como los pezones o las nalgas, pese a esto el humor era la base de su argumento y lograba su cometido.
La serie fue emitida por primera vez en 1993 y su último episodio en noviembre de 1996, aunque a México llegaría en ese mismo año, fue una de las pioneras del bloque de caricaturas de Nickelodeon, y sentó las bases para las fórmulas que luego el canal naranja adoptaría en sus futuras producciones.
Es por eso que cuando se anunció un nuevo producto audiovisual de esta serie, los fans estallaron de alegría, el día llegó y el mediometraje titulado La vida moderna de Rocko cambio de chip, fue estrenada en la plataforma de streaming Netflix.
45 minutos son suficientes para contar una trama llena de nostalgia y moral. El argumento principal es que Rocko y sus amigos han vagado por el espacio durante 20 años, por lo que al regresar a O-Town encuentran un mundo más globalizado y nuestro protagonista estará a merced de asimilar el tremendo cambio que ha sucedido mientras ellos no se encontraban en la tierra.
La idea base sobre la que se cimenta el episodio es el de la nostalgia pura y dura; al dicho de “antes todo era mejor”. Pero de una forma inteligente en el que aprovecha el humor absurdo y surreal para meter una crítica a la sociedad actual; con gente que gasta dinero en cosas que no necesita, en la viralidad, en lo absurdo del mundo virtual y de los cambios bruscos en los trabajos cada vez más tecnológicos.
Además aprovecha para hacer una autocrítica, después de todo el plot principal y el leitmotiv de Rocko, es encontrar una especie de estabilidad en lo único que podría importarle, que su serie favorita de dibujos animados esté de vuelta. Es así como nos muestran que la nostalgia vende, que los procesos creativos de estos remakes muchas veces están guiados a producir dinero y agilizar costos que a la calidad de lo que ofrecen.
Rocko funciona como el personaje chavoruco que se quedó en el pasado, ese que sólo quiere que las cosas sean como antes, que se niega aceptar el cambio en todas sus formas y que no se preocupa por entender la nueva dinámica social y tecnológica que a la que nos hemos visto forzados a aprender.
Si algo podemos reclamarle es que sea tan poco tiempo para poder contar una historia concisa , que aunque logra entenderse puede sentirse un poco apresurada, además de que bebe directamente de su versión de tv, por lo que tal vez no sea tan disfrutable para gente que no es muy fan de esta.
Aún así La vida Moderna de Rocko es una buena opción para pasar el rato, y aunque no termina por ser una obra de arte sí se constituye como un producto que hay que ver.