Cómo saber si se tiene varicela o sarampión

La varicela y el sarampión son dos de las enfermedades infecciosas que con mayor frecuencia causan confusión entre la población mexicana. Si bien ambas mantienen estrechas similitudes (por ejemplo, son causadas por virus), su intensidad y duración no son las mismas.

Moisés Ramírez López, infectólogo pediatra en el Hospital Ángeles Chihuahua, asegura que aunque estas dos enfermedades son causadas por virus transmitidos a través de la vía respiratoria, el impacto que tienen en la salud difieren por la gravedad con la que se manifiestan.

En el caso del sarampión, los síntomas —caracterizados por fiebre de hasta 40 grados, tos, lagrimeo involuntario, afectación en la conjuntiva de los ojos y ataque al estado general— tienen un inicio súbito; es decir, a los 10 o 14 días de que se estuvo en contacto con el virus.

A esto se suma la aparición de lesiones detrás del oído que se extienden hasta la frente de la cara, torso y extremidades. Éstas son precedidas por “lesiones de color rojizo dentro de la boca a nivel del segundo molar superior”.

El sarampión tiene una tasa de contagio del 100% y es capaz de generar más secuelas, en su mayoría neumonías, en comparación con otras infecciones de este tipo. Algunas otras de las complicaciones que pueden presentarse son afecciones al sistema nervioso central.

La varicela, por el contrario, no causa complicaciones en la mayoría de los casos, por lo que suele considerarse como benigna. El virus tiene una tasa de contagio del 90% y puede adquirirse al convivir con una persona infectada por cerca de 90 minutos.

Sobre sus síntomas, Ramírez López indicó que después del periodo de incubación viral —comprendido entre 10 y 21 días—pueden presentarse “manifestaciones inespecíficas” durante horas o máximo dos días. Posteriormente, aparece malestar general y fiebre.

Las erupciones que tienen un líquido dentro aparecen por primera vez en la cuero cabelludo, de ahí descienden a la cara, torso y extremidades.

A diferencia del sarampión, la varicela no respeta sitio anatómico pues llega a párpados y boca. Además, ésta permanece latente en el cuerpo por lo que más adelante puede tener reactivación en el organismo a través del herpes zóster.

Ambas enfermedades son más propensas en niños menores de 10 años y en personas adultas que no han sido vacunadas. Hasta ahora la forma de prevención es mediante la aplicación de la vacuna.

Texto y foto: Agencia

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