Vikram Ambalal Sarabhai era un visionario. Este físico proveniente de una familia de empresarios indios y casado con una bailarina de ballet se dio cuenta hace más de medio siglo de la importancia de diseñar tecnología espacial, sobre todo para una nación en desarrollo como la India.
El establecimiento de la Organización India de Investigación Espacial (ISRO) hace 50 años fue uno de sus mayores logros. Convenció con éxito al gobierno de la importancia de crear y mantener un programa espacial después del lanzamiento del Sputnik ruso. Para él, la única forma de enfrentar los problemas de la sociedad era viendo al futuro y visualizando las tecnologías para sobrevivir en él.
No vivió suficiente tiempo para ver sus logros, pues falleció a los 52 años; sin embargo, cimentó las bases de muchas de las estructuras mediante las cuales hoy descansan los asombrosos avances que ha tenido esta nación en tecnología espacial y que ahora se ha hecho un lugar entre los grandes en esta área, como EU, Rusia y China.
Cuando las ideas son poderosas, trascienden el tiempo y el espacio. En honor al doctor Sarabhai, Vikram es precisamente el nombre que lleva el módulo de aterrizaje lunar que forma parte de su nueva misión camino a la Luna: Chandrayaan 2.
Originalmente se trataba de un proyecto con Rusia, país que debía aportar el módulo lunar, pero la Agencia Espacial Rusa se retiró tras su fracaso con el Programa Fobos, en el que unas sondas gemelas orbitarían Marte y aterrizarían en su satélite, pero los objetivos no fueron cumplidos luego de una exorbitante inversión económica.
India siguió adelante con su propio proyecto de aterrizaje, siguiendo además con las premisas que la hacen diferente a las otras naciones: sus bajos costos. De hecho, justamente en Marte se coronó en este sentido. Hace cinco años logró colocar un satélite en la órbita del planeta rojo. La llamada sonda Mangalyaan se convirtió en una de las misiones interplanetarias más baratas de la historia.
India fue el primer país de Asia y el cuarto del mundo en llegar hasta la órbita de Marte, pero con dos diferencias: fue el único en lograrlo en el primer intento y con los costos más bajos. Sus 70 millones de dólares de presupuesto contrastaron, por ejemplo, con los casi 700 millones de la misión Maven de la NASA, que llegó hasta la órbita marciana casi al mismo tiempo que el satélite indio pero pagando 10 veces más.
Objetivo fijo. El desarrollo gradual a bajo costo en tecnología espacial le ha permitido a los indios mirar hacia la Luna sin sentirse pequeños. Hace una década, la misión antecesora, Chandrayaan 1, se preparaba para llegar hasta el satélite en una misión muy exitosa, apoyada por la NASA y la ESA. De hecho se considera que fue la misión clave para determinar la existencia de agua en la superficie lunar y proponer nuevas tecnologías satelitales para la detección de agua y recursos pesqueros en la Tierra.
Durante más de 300 días, la misión Chandrayaan 1 estudió la superficie lunar y realizó un detallado mapa de la topografía lunar en tres dimensiones, así como de sus características químicas.
Hoy su sucesora, la Chandrayaan 2, gira alrededor de la Tierra mientras los ingenieros de la misión verifican que todo esté en orden para un nuevo alunizaje. La meta es explorar la región polar al sur de la Luna, territorio muy atractivo para los científicos.
El destino de la misión es una llanura situada entre Manzinus C y Simpelius N, dos cráteres cerca del polo sur de la Luna.
Después de que el módulo escanee la zona para un suave aterrizaje, descenderá el rover Pragyan para realizar las exploraciones. El objetivo es buscar más detalles sobre esta región y ampliar su cartografía.
Texto: El Universal
Fotos: Agencias