Colgándose la medalla

Por Carlos Hornelas

Reza el antiguo adagio que la victoria es de todos, pero la derrota no tiene padres. La cosecha de medallas de los atletas mexicanos que compitieron en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú alcanzó las 136 preseas, con lo cual se consolidó como el mejor resultado jamás obtenido en esa contienda para nuestro país.

Del clásico discurso del derrotismo y los complejos de inferioridad, pasamos al triunfalismo institucional, del “sí se puede” al “sí se pudo”. Sin ánimo de ser aguafiestas, es necesario reflexionar acerca del proceso que se llevó a cabo para lograr tales resultados y literalmente no dormirnos en nuestros laureles.

Como en todo deporte, el breve instante del triunfo es la consecuencia de la disciplina, constancia, enfrentamiento ante la adversidad. Es producto de la tenacidad y trabajo perseverante. Ni la suerte ni el origen étnico son determinantes para llegar al alto rendimiento. Una medalla no se obtiene de la noche a la mañana y un deportista olímpico no es una elección entre un grupo de virtuosos por naturaleza, con características sobrehumanas por parte de los cazadores de talento o entrenadores. No somos espartanos.

Sin embargo, el gobierno actual se quiere colgar las medallas como si hubiera sido partícipe de la carrera de los premiados, cuando llegó en último lugar a sentarse a ver los resultados.

A todos los que somos sensibles a las disciplinas deportivas nos indignó profundamente, apenas hace un par de meses, el episodio de la selección femenil de Hockey sobre pasto, que en en Campeonato Mundial de la especialidad realizado en Tokio, Japón, tuvo que recurrir a las redes sociales y a los medios de comunicación para hacer visible el desdén de la Conade y de su titular, Ana Gabriela Guevara, quienes ocasionaron estrés y angustia adicionales a las seleccionadas al no cubrir su alojamiento y alimentación a tiempo, a tal grado tal de que el Hotel les informara durante los días de competencia que se vería obligado a retirarlas de sus instalaciones por la falta de pago.

Esperemos que en ningún otro renglón el Estado mexicano trate a sus connacionales en el extranjero con tan poco decoro como a los deportistas, porque en contraste, a los políticos más corruptos que son extraditados les asegura el techo y el sustento. Y eso que en esta administración la corrupción se ha elevado a delito grave. De lo cual se colige que a esas deportistas les dieron peor trato que a delincuentes.

Hace un mes en diversas entrevistas a los medios de comunicación, Ana Gabriela Guevara externó que la Conade se quedaría sin recursos a partir de septiembre por los recortes del actual gobierno. Desde el 31 de julio, el Centro Deportivo Olímpico Mexicano (Cedom), dejó de prestar los servicios de alojamiento, alimentación y seguimiento médico de los deportistas de alto rendimiento también por recortes en el presupuesto. Asimismo, es necesario mencionar el hecho de que varios deportistas hayan sido cooptados por otros países para representarlos porque en el nuestro no obtuvieron ni el interés ni el apoyo por sus logros. Es una pena que el impulso al deporte sea cada vez menor, mientras que las adicciones entre la juventud van en aumento.

No obstante, con el triunfo panamericano conseguido —la mejor actuación de México en competencias internacionales- y para tratar de dejar incidentes en el pasado, el presidente López Obrador promete una beca anual a cada atleta, que se financiará con el dinero obtenido por la venta de la casa de un empresario mexicano de origen chino, presuntamente involucrado en crimen organizado. Ojalá que dicha beca les alcance para su atención médica, su equipamiento deportivo, sus viáticos a competencias internacionales o simplemente para que paguen la estancia en un hotel en el extranjero.

 

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