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¿Qué duda cabe? El alcalde de Kanasín, William Pérez, sencillamente no responde a la sociedad y sólo confirma que el Revolucionario Institucional está acabado si persiste en ofrecer autoridades sin voluntad ni ideas para resolver problemas.

Pero ésa es otra historia. Aquí, en esta novela de terror llamada Ayuntamiento de Kanasín, la gente ha entendido, a fuerza de baches, hierba alta y charcos de agua podrida, que han elegido mal. Tarde para lamentarse. Sin embargo, es prudente mirar a futuro y analizar cómo votar en las próximas elecciones. Por supuesto, ahora, y poco a poco, conforme pase más tiempo, aparecerán de entre las sombras, otros políticos que, como profetas, anunciarán propuestas increíbles, planes deslumbrantes, ideas fascinantes. Ése será el tiempo de aplicar las lecciones, lo aprendido.

En ese sentido, tanto en Kanasín, como en muchas otras partes, se deberá entender que no bastan las promesas para elegir a uno o a otro candidato. PRI, PAN o Morena: todos son iguales hasta que demuestren que poseen la experiencia, pero sobre todo una planeación y visión realista de que sí se puede hacer y lo que no.

Al final, factores como lo bonito que habla, lo mucho que reparte o la gente de la que se rodea, no son garantía ni puede seguir siendo argumento suficiente para elegir.

La pésima experiencia que hoy Pérez Cabrera ofrece a sus gobernados en Kanasín debe ser un recordatorio para ellos, pero también para todos nosotros, sobre cómo el voto debe pensarse con elementos más objetivos, críticos y apegados a la realidad.

Ahora bien, ¿tenemos la voluntad para hacerlo? Ésa es la pregunta que no debe olvidarse la próxima vez que un candidato visite nuestras calles y quiere apropiarse de nuestra decisión.

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