Por: Gabriel Ortiz
Quien siga esta columna sabrá que soy aficionado fiel de los New England Patriots, y particularmente de la carrera del mejor mariscal de campo de la historia, el nímero 12, Tom Brady.
El fin de semana pasado no fue lo que esperaba en los emparrillados; pero tampoco en los encordados, me refiero desde luego a la desastrosa actuación de Andy “Destroyer” Ruíz, el ex campeón mundial mexicano de los pesos pesados, el que ahora navega entre las penas de la vergüenza después de haber saboreado en exceso de las mieles de la victoria.
En un solo fin de semana dos pesos pesados visitaron la lona ,y en ambos casos las expectativas sobre su futuro son todavía inciertas. Para el Goat no sería la primera vez en su carrera que lo dan por muerto; y es que un quarterback de más de 40 años ganando super tazones es algo dificil de perdonar, pero él y su coach B.B., han demostrado que tienen armas con las cuales re escribir la historia que todos dan por perdida.
El legado de Brady y los Pats esta más allá de cualquier discusión y solo resta saber si su despedida será legendaria como su carrera o discreta como la de cualquier otra estrella del pasado.
Para Destroyer se ve más complicado, parece ser el típico caso de éxito efímero que no regresará, más por la causa aparente de su fracaso, la falta de inteligencia.
El box siempre se ha tratado de eso finalmente, de inteligencia. Y los boxeadores inteligentes suelen llegar lejos, los fiesteros se apagan pronto. Que fin de semana, puede ser el del adiós a dos pesos pesados.