San Idelfonso y la catedral de Mérida

Por. Ángel E. Gutiérrez Romero 

Se yergue sobre una vetusta columna de piedra, al fondo de la nave sur de la Catedral de Mérida, una escultura de San Ildefonso, arzobispo de Toledo y patrón titular del templo meridano. Se trata de un soberbio ejemplo de imaginería sacra española moderna, que desde hace 90 años forma parte del acervo artístico catedralicio. La imagen patronal vino a suplir a una escultura anterior, muy probablemente del siglo XVIII, que ocupaba el nicho central del antiguo retablo mayor, construido entre 1760 y 1762, el cual engalanó el testero del templo hasta 1915, cuando fue destruido durante el asalto verificado al recinto la noche del 24 de septiembre de aquel año.

En su “Relación historial eclesiástica de la provincia de Yucatán”, escrita en 1639, el bachiller Francisco Cárdenas Valencia interpreta como un hecho providencial la designación de san Ildefonso como patrono de la catedral que habría de erigirse en Mérida, relacionándola con la propia génesis de la capital provincial yucateca. Según registra el cronista, el 23 de enero 1541 “sucedió el más feliz suceso y con el que más se aseguró la conquista y que fue el principio de la fundación de Mérida.”

El acontecimiento fue el célebre encuentro de Tutul Xiu, señor de Maní, con los conquistadores, capitaneados por Montejo y acampados en la antigua T´Hó, quienes esperaban temerosos la llegada de un grueso contingente de guerreros mayas. Para la sorpresa y fortuna de los hispanos, el señor de Maní iba movido por la curiosidad de conocer a los hombres barbados y no con ánimos de guerra. Más aún, después de varios días en compañía de los conquistadores, Tutul Xiu “por señas y demostraciones” dio a entender que quería ser cristiano, prestando obediencia al rey y ayuda a los españoles. El santoral de aquel día estaba dedicado a San Ildefonso, de manera que Montejo y los suyos decidieron elegir al santo como su patrón y protector. Años después, en 1561, al despacharse las bulas de erección de la catedral de Mérida, coincidentemente, el papa nombró a Ildefonso como titular del templo, lo que, desde luego, Cárdenas interpretó como un designio celestial.

La escultura que hoy existe del santo patrono de la catedral data de 1930. Está tallada en madera de cedro y presenta una decoración policromada y enriquecida con pedrería incrustada en los ornamentos pontificales que revisten al santo. Mide poco más de 1.80 centímetros y fue un obsequio que realizó al templo la señora Cristina Millet de Vales. Es obra del escultor Antonio Vila, quien tenía su prestigiado taller en el número 15 de la Avenida Puerta del Ángel de Barcelona. La obra fue calificada por la prensa barcelonesa como “obra maestra” y estuvo varias semanas expuesta en la vitrina principal de la Casa Vila. La preciosa carga fue embarcada en Barcelona el 24 de octubre de 1930, llegando al puerto de Progreso, vía Nueva Orleáns, el 17 de diciembre del mismo año.

 

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