El alcalde de Tekax, Diego Ávila, agradece a los pobladores por participar en el Grito desde sus casas
TEKAX. Pese a que no hubo una multitud de personas que como ceremonia del Grito de Independencia corean las vivas, el presidente municipal de Tekax, Diego Ávila presidió anteanoche la celebración, que se transmitió de manera virtual y que logró imprimirle emotividad.
En punto de las 9 de la noche, el edil acompañado de su esposa y presidenta del DIF municipal Seraphine Weber así como de los integrantes de su Cabildo participaron en esta ceremonia.
¡Viva México!
¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla!
¡Viva José María Morelos y Pavón!, son algunas de las vivas.
Por supuesto que se extrañaron las banderitas que ondean la gente y las matracas, pero en estos momentos es más importante la salud, ya que el estado se encuentra en plena meseta de contagios.
Previamente se llevó a cabo la participación de un artista local y minutos más tarde el alcalde dio el Grito de Dolores desde el balcón del Palacio Municipal recordando a los héroes y personajes que lucharon por la Independencia de nuestro país.
Asimismo agradeció a los ciudadanos y ciudadanas que lo acompañaron desde sus casas durante la transmisión ya que fue transmitida a través de la página oficial del Ayuntamiento de Tekax.
Antes de la ceremonia oficial, el alcalde Diego Ávila acompañado de su esposa Seraphine Weber y demás autoridades, asistieron a la misa oficiada por el presbítero Gerardo de Jesús Castillo Galera en la Iglesia de San Juan Bautista de esta ciudad.
Más tarde disfrutaron de una serie de juegos pirotécnicos así como de la majestuosa iluminación del Palacio Municipal, la Iglesia de San Juan Bautista y la Ermita, que fueron iluminados con los colores de la bandera nacional.
En las casas se escuchaban que la gente seguía transmisiones de los gritos estatal y nacional o música. Como cada año, muchos cocinan el pozole que con su rábano, romanita, orégano y chile molido es muy esperado con sus tostadas. Hay quienes lo acompañaron con guacamole y frijol colado.
Texto y foto: Bernardino Paz Celis