Editorial de Peninsular Punto Medio

El Día de la Raza o Día de la Hispanidad se ha convertido en una fecha de protesta en varios países de América, incluidos Estados Unidos y Canadá.

Ayer se celebró esa fecha en España y el resto de América y, tal como se esperaba, las protestas llegaron a Mérida, en donde jóvenes que se identificaron como “descendientes mayas” grafitearon el monumento a los Montejo, en el remate de Paseo de Montejo.

Fueron unas 30 personas de colectivos mayas, quienes también aprovecharon la ocasión para protestar contra el Tren Maya y la invasión de ejidos, que, según ellos, son desplazados por el avance de la obra insigne de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Solo hay que revisar las redes sociales o los medios de comunicación de diversos países para verificar la animadversión que genera la fecha entre los habitantes de habla hispana. Lógico, con argumentos que muchas veces rayan en la locura.

A favor debemos señalar que la llegada de los españoles, con toda la carga de violencia que ejercieron para dominar a los pueblos nativos, entre ellos a los mayas de Yucatán, es lo que nos permite hoy ser lo que somos, ya sea en nuestro aspecto físico, lengua y formas de vida.

Es decir, en su mayoría somos una cultura que emergió de la unión de españoles y nativos de lo que hoy es México y que en su tiempo nos llamaron mestizos. Negar eso está fuera de discusión, por lo que ya es hora, después de 200 años, de darle vuelta a la página y aceptar la realidad.

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