Lo más importante para él es dar a las familias un buen servicio en el trato, porque siempre van a llegar con el dolor propio de una pérdida
Tomás Quijano ha trabajado como sepulturero desde hace 33 años en el Panteón Florido de Mérida. Su jornada comienza desde las 8 de la mañana y termina hasta las 3 de la tarde. Para él lo más importante en esta labor es dar a los familiares del difunto un buen servicio en el trato, porque siempre van a llegar con el dolor propio de una pérdida.
Como parte de su trabajo, lo primero que Tomás Quijano realiza al tener un servicio es destapar la bóveda que se vaya utilizar, a fin de comprobar si todavía tiene restos de los anteriores ocupantes. Si es así, entonces debe exhumar los restos y luego colocarlos en una lata, con el fin de preparar el espacio para el nuevo ocupante.
Este proceso también se realiza cada tres o cinco años, dependiendo de cómo haya sido tratado el cuerpo del difunto, pues en algunas ocasiones se utiliza bastante formol en el embalsamamiento, lo que termina momificando el cuerpo y entonces debe esperar más tiempo para volver a ocupar el mismo espacio, significando un gasto para la familia, pues deben comprar otro sitio.
En los arreglos de la bóveda, el sepulturero debe ingresar al agujero para arreglarlo por dentro, se “lechan” las paredes, es decir, se cubre con cal húmeda para que el aroma a podredumbre se absorba y no se sienta tanto.
Ya por fuera, se limpia la maleza alrededor de la bóveda y se prepara según indiquen los familiares, esta última parte del trabajo usualmente lo hacen aquellos que se están preparando para convertirse en sepultureros, y así fue como don Tomás comenzó en esta labor.
A lo largo de los años, este sepulturero ha presenciado el final de varias historias, unas más tristes que otras, pero siempre tratando de dar un servicio amable, dar el mejor espacio a los familiares para que se despidan de sus seres queridos.
En una ocasión, comentaba que lo más triste fue ver cómo enterraban a una bebé de cinco meses que lamentablemente falleció, aunque sin recordar bien por qué, lo que sí recuerda era ver la expresión de sufrimiento de los padres.
En algunas ocasiones, no siempre se cumple la jornada hasta las 3:00 de la tarde, sino que debe esperar luego de haber pasado esa hora, pues las familias por esperar algún otro familiar, que estaba de viaje o lejos, deciden realizar el entierro a una hora que está fuera de su horario habitual, por lo que termina esperando horas de más, sin embargo, esto no le molesta porque es parte de la vocación de un servidor público.
Texto y foto: Diego Cervantes