Armando Escalante
Periodista y analista político
Terminar el edificio de un aeropuerto pequeño que ya tenía dos enormes y largas pistas, hacerle un hotel y dotarlo de locales modestos para pocas aerolíneas, tiendas, bodegas, así como de unos cuantos baños y salas de espera y de un estacionamiento sin grandes especificaciones, es algo que construyen unos cuantos albañiles en apenas un par de años. Pero si en vez de 200 ó 300 albañiles le destina usted unos 4,000 soldados como ingenieros, pintores, peones, arquitectos, electricistas, plomeros, etcétera, y le mete maquinaria pesada que estaba ociosa guardada en un campo militar, le permite acelerar las obras y entregarla si así lo quiere hoy mismo, 21 de marzo.
No es que no tenga ciencia acabarlo pronto, es que si el compromiso fuera inaugurarlo hasta que estén listas el doble de las instalaciones, por ejemplo cuando tenga otro hotel, muchas calles internas, estacionamientos enormes, avenidas, caminos y carreteras de acceso, así como que estén terminadas otras dos pistas, para tener cuatro, entonces eso sí le llevaría unos seis años o más. De cualquier modo, lo importante en una infraestructura de este tipo no es el tiempo récord que quiera fingirse para su construcción sino la utilidad y el provecho que la obra tenga al final.
Y si además, lo termina usted sin tener la certificación internacional, sin permiso de los organismos especializados y sobretodo, arriesgando la seguridad aérea y la de miles de personas que habitan densas zonas en la periferia, pues más rápido aún. Hacer un aeropuerto barato, a la carrera para que coincida con una fecha que en la cabeza de una persona sea importante y hacer como que se acaba todo producto de una hazaña tecnológica y humana, es engañar al que se deje. Y en eso, AMLO, se pinta solo.
Es su especialidad: mentir, fingir, simular… para aprovecharse de los réditos que la buena fe de la gente, te brinda. Algo perverso y lamentable, pero a la vez, totalmente predecible.
Sobra decir que el aeródromo que en plena veda electoral se pone en servicio en la base aérea No.1 de Santa Lucía, con un lamentable vuelo inaugural llamado internacional —tan pronto— a Venezuela, y otros más de aerolíneas mexicanas —a la fuerza— no está terminado, y quien afirme lo contrario, además de pecar de inocente, se pasa de pen&#%. Van a pasar varios años antes de poder acabar todas las instalaciones de una terminal aérea que lamentablemente no le llegará nunca a los baños sucios de lo que criminalmente se abandonó en Texcoco, que iba a ser un hub aeronáutico para América Hispana para 500 operaciones diarias. Ni punto de comparación.
El señor Manuel López encabeza hoy en Santa Lucía —contra la ley—, una inauguración que bien pudo posponerse para no contravenir los preceptos que marca la legislación electoral, ya que vamos rumbo a un innecesario proceso de revocación de mandato, que no tendría nada de malo a no ser porque se lo está autoaplicando quien tuvo la ocurrencia de someterse a él. Prefirió usarlo de propaganda antes que respetar el marco legal, con el riesgo de montar una peligrosa escenografía en una obra que reclama total seguridad, eficiencia y cuidado. No son chayotes los que se ponen en riesgo, sino vidas humanas.
No todo está perdido, quizá en unos años más ese aeródromo hecho a la carrera y con materiales baratos pueda agrandarse y ahora sí, concluirse, con los permisos, especificaciones internacionales, y además, siendo útil para quienes se vean obligados a usarlo.
El xix.— Terrible eso de ser cómplice del presidente y de sus excesos. Ese Murat eligió no ir al bote al terminar en Oaxaca como el Bronco de Nuevo León, contra quien, por cierto, se están cometiendo toda clase de excesos e ilegalidades como si la rueda de la fortuna no fuera a girar.