Salvador Castell-González
Hace algunos días fue la famosa hora del planeta, un movimiento a nivel mundial impulsado por prestigiosas asociaciones civiles con una gran intención, el crear conciencia acerca del cuidado de nuestro planeta. El problema no reside en el hecho ni en las asociaciones ampliamente reconocidas a nivel mundial que lo conforman, reside en los que oportunamente se lucran de un aprovechamiento desmedido de estas manifestaciones de acción ambiental, lavando sus culpas y queriendo demostrar que están haciendo “algo” para cuidar a nuestro planeta.
No por ser pesimista y anti acción, es que podamos mucho más congruentes, pero vamos a ponerlo en contexto: el año tiene 365 días y cada día tiene 24 horas, esto da un total de 8760 horas en su totalidad al año. Si nosotros apagamos una hora las luces de nuestra casa estaríamos reduciendo en el mejor de los casos un 0.011% nuestro impacto por energía hacia la naturaleza, sí, el 0.011%; aunque es cierto que todo suma, también es cierto que debemos ser realistas, si nuestra acción anual es apagar una hora la luz de nuestras casas para demostrar nuestro apoyo, solo estaríamos haciendo lavado de culpas ante el gran impacto anual que continuamente estamos ocasionando.
La hora del planeta debe entenderse como lo qué es, un llamado a la acción comunitaria, en otras palabras el contexto de cambiar nuestra conducta diaria todo el año y por el resto de nuestras vidas, siendo esta acción no un simple hecho de apagar el foco, también se debe implicar el reducir nuestro consumo, ser consumidores responsables, cambiar los productos con los que limpiamos, establecer prácticas positivas y sostenibles.
La hora del planeta debe ser un indicador de la cantidad de personas en el mundo que estamos accionando por un cambio verdadero, sistémico, permanente y sostenible, no debe ser una oportunidad de simulación, debe ser un punto eclíptico de acción, cambiar nuestra forma de actuar en el día a día y no sólo una simulación que cae en la hipocresía si lo hacemos sólo una vez al año.
Es entonces, el simple concepto expresado en estas palabras a una invitación para que cualquier día sea bueno para cambiar nuestra manera de accionar, el impacto generalizado del calentamiento global y la consecuente crisis climática; una realidad que a todos nos afecta, y el enemigo en común que todos tenemos, pero que la mayoría ha decidido ignorar.
Considerando el día de “la hora del planeta” como una decisión de hacer, todos los días son buenos, pero el tiempo es cada vez más reducido y las acciones urgen, y ha sido la sociedad quien ha demostrado ser el principal agente de acción, es la sociedad a la cual tu perteneces, el motor del cambio a nivel mundial, a nivel ecosistémico, por ello hagamos que las cosas sucedan.
En conclusión, toda acción suma, pero deben ser constantes, deben ser profundas, usar menos el automóvil y caminar más, apagar las luces, reducir nuestro consumo energético, cultiva tus propios vegetales, etc.
Atrévete a ser parte del cambio, el planeta te lo agradecerá y también tu bolsillo. Hagamos que las cosas sucedan.