Salvador Castell-González
Hemos leído de las abejas y el gran papel que representan para la naturaleza, incluso en algunos lados se atreven a repetir las palabras de Albert Einstein: “Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida”, incluso asociaciones e instituciones quizá con buena intención han declarado a las abejas “los animales más importantes del mundo”.
Si bien es cierto que las abejas polinizan del 60 al 70% de los cultivos, aunque también es cierto que esta dependencia humano abeja es casi exclusivamente con Apis melífera, que es la abeja común que en realidad es una especie invasora en casi todo el continente y que ha sido sobre protegida por su importancia económica causando severo impacto en los ecosistemas llevando por presión y competencia casi a la extinción a las especies nativas.
También debo comentar que en algunas regiones como Yucatán, las campañas de recuperación de abejas nativas han sido positivas, recuperándose gradualmente las poblaciones naturales y en cultivo, principalmente por el valor económico y propiedades que se le atribuyen a la miel de Melipona y algunas otras especies de abeja sin aguijón.
En este momento debemos saber también que la polinización en la naturaleza se realiza de formas muy variadas y puede ser mediante el viento o agua. También debemos estar conscientes que hay muchos otros polinizadores quizá no tan importantes para los cultivos, pero muy importantes para la naturaleza como son moscas, colibrís, mariposas, escarabajos, murciélagos, e incluso los tan odiados moscos tienen un importante papel como polinizadores.
Entonces, en cuanto a que las abejas son los animales más importantes del mundo la respuesta es NO y por mucho, y mucho menos la abeja melífera que es incluso una carga ecosistémica por competencia. En el peor panorama, tendríamos que cambiar lo que comemos y como cultivamos incluso con polinización manual o asistida con nanodrones.
Otro punto importante que debemos considerar es que en la naturaleza la realidad es que es una lucha constante por la supervivencia y la dominancia, si la especie dominante se pierde y no hay quien realice esta función, alguna especie que se encontraba sometida por la dominancia de las abejas ocuparían seguramente este un nicho ecológico abandonado.
En conclusión, todos los organismos tienen un papel en la naturaleza que ha sido el resultado de miles de años de interacciones y ajustes evolutivos que tienen como consecuencia a la naturaleza como la conocemos hoy. Esta naturaleza tiene mecanismos de adaptación donde la diversidad de los ecosistemas es pieza clave para soportar las posibles modificaciones en la estructura.
Las abejas no son los animales más importantes del mundo, al menos no para la naturaleza, aunque si son un grupo muy importante para la supervivencia de los humanos, o al menos como estamos acostumbrados pero el especismo se ha convertido en una carga sistémica como ha ocurrido con perros y gatos, otras dos especies sobreprotegidas.