Muchas personas tocan fondo y llegan hasta la ruina económica. En Yucatán, de acuerdo a la Asociación de Atención al Juego Patológico, el 1% de los habitantes padece esta condición.
Debido a que la ludopatía no se dimensiona como una adicción, por tratarse de un síntoma del trastorno bipolar, muchas personas habituadas al juego tocan fondo y llegan hasta la ruina económica.
En entrevista con Peninsular Punto Medio, el fundador de la Asociación Yucateca de Desarrollo Humano y Académico, Ángel Ildefonso Patrón Caamal, manifestó que la ludopatía produce dopamina, lo que genera la adicción.
“Se da la falacia del apostador, quien cree que se recuperará y luego de perder opta por empeñar cosas, faltar al trabajo”, comentó.
Se estima que el 2% de los mexicanos son adictos al juego. La tendencia son las máquinas tragamonedas, la lotería inmediata, las cartas y el “raspadito”. La simple expectativa de ganar refuerza la incidencia por repetir; los niños y adolescentes son los más expuestos, pero hay mujeres que también juegan para completar su gasto diario.
En Yucatán, de acuerdo a la Asociación de Atención al Juego Patológico, el 1% de los yucatecos padece esta adicción, unas 20 mil personas. Los meridanos gastan 129 millones de pesos mensuales en los casinos. Sin embargo, a esto hay que sumarle lo que se recauda en las máquinas tragamonedas que son muy populares en los municipios.
El psicólogo explicó que es probable que las personas que padecen bipolaridad son propensas a sufrir esta adicción, debido a que el juego les propicia euforia y lo peor es que existe un bombardeo en los medios digitales y videojuegos, en los que te regalan puntos para estar jugando hasta llegar a un casino.
La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una molécula que se encarga de llevar un mensaje desde las neuronas que lo producen hacia otras células. Por eso interviene en una gran cantidad de procesos como el control del movimiento, la memoria, la recompensa cerebral -ese mecanismo de nuestro cerebro que nos refuerza a repetir una conducta- o el aprendizaje.
También influye en numerosas funciones fuera del cerebro como la motilidad gastrointestinal, la liberación de hormonas, la presión arterial e incluso en la actividad de las células del sistema inmune.
Patrón Caamal indicó que entre los factores figuran la predisposición, esto es que algún familiar haya sido jugador, como se dice en el argot “le gustaba la baraja”; el acceso fácil a estos medios (cualquiera descarga un videojuego); en casa no hay límites y esto hace que el joven pase muchas horas con los equipos y puede llegar a las apuestas, comportamiento disfuncional donde no controlan sus impulsos.
Señaló que hay casos en los que ya se tienen que utilizar antidepresivos, fármacos para que puedan controlar sus impulsos. “Es muy importante el apoyo de la familia, que en ocasiones muchos terminan dándole la espalda porque se cansaron de prestarle y no se los devuelve o con ellos iban al casino y los otros sólo querían estar un rato y éste tarda”.
Explicó que en los casinos saben bombardear de manera visual, auditiva, gustativa y olfativa. “Te dan puntos, saben generar bienestar, se come y bebe en el lugar, te dan cortesías”, destacó.
En estos lugares existen falsos sonidos de monedas, no hay ventanas, por lo que la gente pierde la noción del tiempo.
“Suele comenzar como un gasto hormiga, además de que el entretenimiento sale caro, no tienes conciencia, esa voz que te dice: basta; y terminas perdiendo todo. En ocasiones tienes que tocar fondo para que te des cuenta y volver a iniciar. Empiezas con 200 pesos, comienzas a ganar y luego te quedas, pierdes y dices: sólo perdí 200 pesos, y luego regresas y ya quedaste atrapado”, explicó.
Señaló que las máquinas de los casinos responden a cálculos aritméticos. “Si eres observador, estos aparatos usan doble depósito de monedas, por eso te crea la falsa percepción de que puedes llevarte todo, logran que tu mente fantasee”, dijo.
Indicó que un sector importante que acude a los casinos es el de las personas de la tercera edad, que tienen mucho tiempo libre por tratarse, por lo general, de jubilados. “La familia es clave para atacar el problema, pero actualmente un buen número de niños y jóvenes destina más del 60% de su tiempo a los videojuegos de su celular. Luego el papá se da cuenta de que no tiene 2 mil pesos en la tarjeta de crédito, es importante poner límites”, expresó.
No cumplen recomendación de salud mental
El entrevistado afirmó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que a este rubro se destine el 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y en 2013 sólo se asignaba el 0.8 por ciento. Actualmente, cuando mucho, se aumentó a poco más de un uno por ciento.
“En las escuelas hay un psicólogo por cada dos colegios y es insuficiente. Las autoridades únicamente manejan información estadística de las clínicas públicas y los privados no proporcionamos y así se minimiza el problema”, indicó.
Las autoridades de salud señalan que una de cada cuatro personas padecen de un trastorno mental.
Sobre la rehabilitación, mencionó que se necesita entre 10 a 15 sesiones.
“Es un trabajo multidisciplinario, no hay que olvidar que fue en un casino, en ocasiones fue en las noches, entonces hay un deterioro en la salud. A veces se requiere de un psiquiatra, pero éste cobra por consulta entre 600 y 800 pesos y las medicinas $400. Debido a la situación se recomienda que sea en una institución privada”, comentó.
Testimonio
Federico no sólo perdió su camioneta, sino que, por su debacle económica, se vio en la necesidad de comprar una moto para realizar sus diligencias, vehículo en el que su hijo, Martín, falleció.
Recordó que él se dedica a la carpintería y comenzó a ir al casino. “Llegué a ganar 60 mil pesos, pero terminé perdiendo mi camioneta. Lo perdí todo, pero como no podía quedarme sin vehículo compré una moto, pero luego de dos años tuvimos un accidente donde falleció mi hijo”, relató.
Texto: Darwin Ail
Fotos: Cortesía