Son necesarios programas que amplíen las oportunidades para los doctores en general y que permita que tengan un desarrollo, un sueldo y vida digna para ejercer su profesión
Los avances y certificaciones internacionales que la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) ha obtenido en los últimos años, la posicionan como una de las mejores del país, pero, lamentablemente, durante la pandemia el 24% de sus estudiantes sufrió un impacto negativo en el ingreso de su familia, al perder su empleo alguno de sus miembros, lo que ha ocasionado una tasa de deserción escolar del cuatro por ciento.
“Se trata de un porcentaje superior a la media nacional para educación superior publicada por el Inegi en 2002 que era del 2.2 por ciento. Es decir, que de los mil 348 alumnos, más de 50 se dieron de baja definitivamente por razones fundamentalmente económicas”, dijo su director, Carlos José Castro Sansores, en el marco de la presentación de las actividades que se han organizado para conmemorar el aniversario 189 de la fundación de la entonces Escuela de Medicina.
De hecho, entre las actividades de carácter académico, se destaca la realización del tradicional desayuno organizado con la finalidad de recaudar fondos para apoyar a los estudiantes que más lo necesitan y que de esta manera puedan concluir sus estudios. “En esta ocasión después de dos años que por la pandemia no se hizo, el desayuno se realizará el sábado 25 de junio, a las 8 de la mañana, en el Club Campestre”, informó la presidenta del patronato, María Teresa Zapata Villalobos.
Cada año, de la Facultad de Medicina de la Uady egresan 160 médicos generales y 50 profesionales más de las carreras de Nutrición y Rehabilitación. A nivel nacional, son 13 mil que salen de las facultades de todo el país, por lo que, a decir de Castro Sansores, el problema que tenemos en México no es la falta de médicos.
“Lo que nos hace falta es un proyecto de nación en materia de salud, que amplíe las oportunidades para el médico en general y que permita que los médicos especialistas tengan un desarrollo, una capacitación, un sueldo y una vida digna para ejercer su profesión”, consideró el entrevistado, quien recordó que el año pasado asesinaron a tres jóvenes médicos en zonas de alto riesgo en el país. “No es que no quieran ir a trabajar a zonas rurales, es que no hay manera de garantizar su seguridad”, subrayó.
Texto y foto: Manuel Pool