Mario Barghomz
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n 1965, Paul Ricoeur, filósofo francés, acuñó la idea de que Carlos Marx, Federico Nietzsche y Sigmund Freud, todos nacidos en el siglo XIX; eran tres “filósofos de la sospecha”.
Ricoeur quería decir y es esto a lo que se refiere, que tanto Marx como Nietzsche y Freud cuestionarían a través de su pensamiento la tendencia hasta entonces vigente, de la “verdad racionalista” nacida con la Ilustración Francesa.
Sin embargo y más allá de lo que sugiere Ricoeur, Freud para el mundo es un científico, un doctor, psiquiatra y neurólogo, un psicoanalista creador del Psicoanálisis. Para el gran vulgo sería difícil darle además a Freud la categoría de filósofo, aunque a otros como él, también científicos, médicos o matemáticos como Descartes o Blas Pascal no hay problema en considerarlos filósofos. El caso de Goethe, por ejemplo, también es único. Tanto Goethe como Nietzsche ascendieron a la filosofía a través de la dramaturgia y la literatura.
El de Sigmund Freud sin duda es un pensamiento excepcional, de apertura y rompimiento de los cánones que en su tiempo imperaban hasta entonces. Desde principios del siglo XX, así como el de Marx y el de Nietzsche; su pensamiento se convirtió en una guía, en orientación y descubrimientos que cambiaron desde entonces nuestro concepto de la “Psique” y la psiquiatría de entonces.
Freud irrumpió en la ciencia médica con conceptos como la “Psique”, neurosis, líbido, emanados de una filosofía (conocimiento) de entendimiento desconocido hasta entonces. Sus teorías sobre la sexualidad, los sueños y la histeria fueron entonces (y hasta ahora) revolucionarios. Y aunque después no todos serían aceptados como originalmente él los planteó, siguen siendo hasta hoy el origen y principio de métodos psicoanalíticos que se ocupan en terapia para atender y diagnosticar la conducta de patologías propias de la mente humana.
Así, Freud se convirtió en el padre de la psicología moderna; parámetro de todo aquello que se relacione con los trastornos mentales. En su filosofía, es decir, en su sabiduría y conocimiento; Freud enfatiza aquello que le parece medular en la “distorsión del yo” de la persona, particularmente su sexualidad y su pasado. Y aunque distintas tendencias como la “Gestalt” le niegan al pasado el protagonismo y la causa de los trastornos mentales como pensaba Freud, la neurociencia actual con todos los nuevos recursos de tecnología con los que ahora puede entenderse de manera más exacta el cerebro humano, le regresan a Freud (aunque en parte) la evidencia cierta de estos hallazgos que para su época eran imposibles de demostrarse científicamente.
En este sentido la Neurociencia ha dicho que la vida de un ser humano quedará prácticamente definida durante los primeros ocho años de su existencia. Es decir; que quedará determinada por su pasado. Si un niño desde su nacimiento fue bien atendido, amado y cuidado con afecto, nunca amenazado, golpeado o abandonado; lo más seguro es que vivirá bien el resto de su vida. Nos referimos a que mental, emocional y orgánicamente padecerá y sufrirá menos.
A eso mismo se refiere Freud con el pasado, a los distintos tiempos y espacios de desarrollo humano, y la atención el trastorno o la violencia derivados de relaciones neuróticas. El Psicoanálisis no sólo nos permite observar en el pasado, sino en el presente mismo donde se presentan los trastornos. Quizá sea sobre la sexualidad y su manera de visualizarla lo que uno podría objetarle. Pero sin duda el pensamiento filosófico de Freud trascendió lo hasta entonces tratado y conocido. Sus indagaciones y sus ejemplos hoy siguen siendo premisas científicas, tanto aquellas que pueden hoy demostrarse con evidencia científica, como aquellas otras que a pesar del tiempo transcurrido desde su gestión hasta nuestro tiempo, quedan aún pendientes.