Recuerdan a Arcadio Santoyo, gran luchador social y líder del Partido Socialista del Sureste

OXKUTZCAB.– Uno de los personajes que murió como mártir fue Arcadio Santoyo Sandoval.

Nació en el año de 1867 y falleció asesinado por sus coterráneos adinerados  en el año 1919. Arcadio Santoyo fue líder del Partido Socialista del Sureste y fue comisionado por Álvaro Obregón para ser testigo de la liberación de los peones acasillados en la Hacienda Tabi. 

Acompañó a los soldados enviados por el general Álvaro Obregón, en el año 1915 para liberar de la servidumbre a los campesinos mayas acasillados de esa hacienda. En ese año fueron  dejados en libertad de la servidumbre 200 peones.

Posteriormente,  en el año de 1923, se formó el primer ejido de Oxkutzcab, de los cuales a los habitantes de esa  época les tocó a tres hectáreas, todo gracias a la revolución, traídas a Yucatán durante el período de Álvaro Obregón y de Felipe Carrillo Puerto.

En su temprana juventud, presenció a la edad de los 11 años el inicio de la construcción de la vía de ferrocarril Peto-Mérida, trabajos que iniciaron en el año 1878 y finalizaron en el año 1900.

Arcadio Santoyo fue presidente municipal de Oxkutzcab, amigo personal de Felipe Carrillo Puerto, quien fungió como gobernador de Yucatán, fundador de las ligas de resistencias socialistas y también fundador del Partido Socialista del Sureste  en Oxkutzcab. La sede era la Liga Agraria y estaba a un costado del palacio municipal.

Arcadio Santoyo fue muerto a pedradas, en lo que actualmente es el campo de La Mejorada, por oxkutzcabenses de la alta sociedad conservadora de esa época.

Arcadio Santoyo falleció en la Ciudad de Mérida en una furgoneta que funcionaba como vehículo de traslado de emergencia que corría sobre la vía de ferrocarril. Su deceso se presentó por las heridas causadas por sus agresores, falleció el año de 1919.

Cabe destacar que actualmente dos escuelas llevan su nombre, una primaria y una preparatoria particular.

Arcadio Santoyo fue un auténtico luchador social.

Texto y foto Bernardino Paz Celis