José Francisco Ramírez Briceño trabaja desde niño, y desde entonces soñó con poner su propio restaurante, hoy tiene 42 años ofreciendo salbutes, tortas de carne asada o camarón. Don José es quien supervisa y atiende personalmente a los comensales, para que tenga la seguridad que salgan satisfechos y con el deseo de regresar y disfrutar de sus platillos.
Un lugar ampliamente conocido por el público es “La Curva”, un restaurante que suma ya 42 años de existencia, tiempo en el que se ha ganado a pulso el reconocimiento de sus comensales que disfrutan de sabrosos salbutes o tortas de relleno negro, carne asada, trapo viejo y por supuesto de camarones empanizados o a la vinagreta que al igual que el pulpo en su tinta, son de lo mas solicitado.
Y si de pulpo hablamos, usted no puede irse de “La Curva” sin disfrutar del pulpo enjamonado, una receta creación del propietario del lugar, don José Francisco Ramírez Briceño, quien orgulloso comenta a Peninsular Punto Medio que este platillo, es lo primero que se acaba.
Es de llamar la atención, la manera en la que don José, a sus 61 años de edad, está al pendiente de todo lo que los clientes necesitan, además de que él mismo se encarga de preparar todos los platillos que se encuentran en el menú, que incluye empanadas y pan de cazón.
El trabajo diario comienza desde la madrugada para este señor, quien acude al mercado a realizar sus compras, y después se dirige hasta su natal Kanasín para desenterrar sus ollas de relleno negro y sus latas de cochinita pibil y lechón entre otros guisos que preparó la noche anterior, para luego trasladarse a su local ubicado en la calle 65, metros antes de la curva de la Miraflores. Y debido a que durante muchos años ocupó el local ubicado justo en la curva, decidió llamarle así a su restaurante, que abre todos los días a excepción del lunes y que tiene un horario de 5 a 13 horas.
El primer local que ocupó, y que se ubica a unos pasos del actual, Don José recuerda que la dueña de la casa se la rentó porque se quedó sola y tenía la necesidad de buscar la manera de crecer a sus hijos, allí estuvo desde 1987, hasta que hace unos cinco años, que se dio la oportunidad de adquirir un local propio.
Mientras prepara media barra de relleno negro de pavo para degustar, Don José comentó que comenzó a trabajar desde que era un niño, comenzó barriendo en un hotel de Playa del Carmen, donde poco a poco se fue ganan- do la oportunidad de aprender los secretos de la buena comida.
“Cuando regresé a Mérida, vine decidido a tener un local para poner en práctica lo aprendido, y ya han pasado 42 años”, dice don José, quien nos presume su cosecha de naranja agria que trajo de un terreno que tiene en Tixkokob, y con el que prepara en refresco para acompañar sus platillos, entre los que se destacan los tacos de dzik de venado, que son algo muy especial.
Otro aspecto que vale la pena destacar es que los hijos de Don José, llegado el momento se independizaron y abrieron su propia Curva, pero en la colonia Alemán, donde han hecho su propia historia, por supuesto a partir de las enseñanzas de su padre, quien se caracteriza por
ser una persona sencilla y trabajadora que se ha sabido ganar el afecto de sus comensales, entre los que se destacan el pequeño Gigante de la Comedia, Pierre David y los integrantes de Los Juglares, que son considerados muy buenas amistades.
Texto y fotos: Manuel Pool