Editorial de Peninsular Punto Medio

Ayer fue histórico para la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues por primera vez se eligió a una mujer para ser su Presidenta, y también del Consejo de la Judicatura Federal: la ministra Norma Lucía Piña Hernández.

No tiene apellidos rimbombantes la nueva presidenta de la Corte, pero hay que destacar que fue propuesta en el sexenio de Enrique Peña Nieto, lo que indica que, políticamente hablando, no tiene simpatías por la Cuarta Transformación.

¿Cómo será el trato entre la nueva presidente de la Corte y el presidente Andrés Manuel López Obrador? Institucional. No tendría por qué ser de otra manera.

Norma Piña Hernández ganó en tercera ronda, 6 votos a 5, al ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, el favorito de la oposición, por lo que hay la impresión que en este caso no hubo ganadores, aunque la crítica diga lo contrario.

Vale la pena transcribir aquí lo que dijo la nueva presidente de Corte, tras alzarse con el triunfo:

“Me siento honrada, comprometida, responsabilizada moralmente a representar al Poder Judicial de la Federación con convicción y entrega, con pasión y honestidad, como lo he intentado hacer los últimos 34 años de mi vida, al interior de esta gran institución a la que tanto le debo y que tanto quiero”.

“La Presidencia es resultado de la mayoría, a ella se debe, de ella depende, así lo asumo. La encomienda tiene una doble dimensión: representar a los Ministros de la Scjn, Consejeras y Consejeros de la Judicatura Federal, al tiempo que, como primera mujer que preside el Alto Tribunal, implica romper el “techo de cristal” que se había impuesto por la cultura patriarcal”.