La nueva reina de Australia

Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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Si hay algo que caracterizó al 2022 fueron las despedidas, retiros que dejaron un hueco en el deporte, pero también la puerta abierta para que nuevas estrellas empiecen a dejar su nombre en lo más alto de sus disciplinas deportivas. Uno de los casos más significativos fue el tenis femenil, con la partida de Serena Williams entendimos que, aunque extrañamos el talento de grandes figuras que dominaron su circuito durante décadas, también hemos sido testigos de que el deporte, como la vida misma, siempre tiene que continuar.

Aryna Sabalenka nació en mayo de 1998 en Bielorrusia y desde pequeña supo que su futuro estaría en las canchas de tenis. A pesar de eso, esta joven tenista encontró primero su fortaleza en el trabajo colaborativo, junto con la tenista belga Elise Mertens se consagró en el 2019 como campeonas en dobles del Abierto de Estados Unidos, dos años después en el 2021 repitieron la hazaña, pero ahora en el Abierto de Australia lo que las catapultó a la posición #1 del ranking dobles de la WTA.

En cuanto a su carrera individual Aryna fue destacando poco a poco en los torneos del máximo circuito del tenis femenil profesional, debutando por primera vez en un Grand Slam en el 2017 cuando disputó Wimbledon, aunque solo alcanzó a llegar hasta la segunda ronda. Un año después disputó los cuatro mayores del año, pero se marchó en las primeras rondas, algo parecía hacer falta.

La preparación física en el tenis es tan importante como la técnica para jugar este deporte, los partidos suelen ser muy extenuantes, cambias de superficie dependiendo del torneo y las ciudades sede suelen tener climas muy diversos. Pero Aryna Sabalenka sabe que también es necesario trabajar la mente para complementar todo el trabajo. Quizá aquí estuvo la clave de su actuación.

El crecimiento que tuvo en el 2021 y 2022 fue muy evidente, disputando todos los Grand Slam del año y logrando llegar a semifinales del Abierto de Estados unidos en ambos años de forma consecutiva, pero ese último paso se le seguía negando hasta el pasado fin de semana.

Este sábado Aryna se enfrentó a la tenista kazaja Yelena Rybakina, actual ganadora de Wimbledon, en su primera final. El abierto de Australia fue el escenario perfecto para probarse a sí misma y su cita con el destino. Tras un comienzo dominado por los nervios perdió el primer set ante su oponente, sin embargo, dio una cátedra de autocontrol y resiliencia para ganar el segundo y tercer set logrando así el primer Grand Slam individual de su carrera.

Visiblemente emocionada y conmovida mientras se encontraba acostada sobre la duela del Rod Laver Arena, con las manos en su rostro de saberse a sus 24 años ganadora de un Grand Slam. Fue tanto el orgullo que transmitía que no dejó que su celebración se viera opacada por la falta de un himno y bandera, recordando que las tenistas Rusas y Bielorrusas solo pueden competir bajo una bandera neutral, sin sus nacionalidades.

A partir de mañana se convertirá en la número 2 del mundo en el ranking individual de la WTA, con la firme convicción de que con mucho trabajo y esfuerzo podemos alcanzar nuestros sueños, por más veces que se nos negaran en el pasado y aun cuando nuestros propios nervios amenacen con sabotearlos, si sabemos lo que verdaderamente queremos estaremos dispuestas a trabajar por ello.