Por décadas, Marcelo Sanguinetti se convierte en un consentido de Momo, por lucir sus monumentales trajes y la comparsa más grande
En la edición 2023 de los festejos dedicados al Rey Momo en Mérida se rendirá homenaje a Marcelo Sanguinetti Briceño, el inolvidable “Jacarandoso I”.
En un espacio, a manera de museo, en Ciudad Carnaval, se exhibirán sus trajes e imágenes, y en este contexto recordamos parte de su historia en los carnavales de Mérida donde junto con Pompidú fueron parte de fundamental en estos festejos.
En febrero de 2019, Marcelo recibió al equipo de Peninsular Punto Medio en su hogar en el barrio de San Sebastián y recordó que desde niño sentía mucha atracción por el Carnaval. Los paseos en aquel entonces se realizaban a lo largo de la calle 59, saliendo desde el Parque de la Paz.
–Mi familia acostumbraba acomodarse en la banqueta de una imprenta que era de un padrino y desde allí veíamos el desfile, en el que no había comparsas, pero si muchas calesas y carros alegóricos– nos comentó.
Años más tarde, participó por primera vez en una comparsa y fue en la del popular “Pompidú”, (José Vinadé Abud), que había sido rey feo en 1974, y que buscaba jóvenes para integrarlos a su grupo.
Fue hasta 1980 que Marcelo decidió crear su propia comparsa con ayuda de hermanos, primos y vecinos de la calle 77 de San Sebastián, y cosa curiosa, cuando le preguntaron cuál sería el nombre que llevaría como soberano no supo que responder.
—Yo pensé en “Tropicalísimo”; un amigo me sugirió “Guapachoso”, y alguien, dijo por allí “Jacarandoso”, y ese me gustó —indicó Marcelo, que rememoró que fue el Mambo Número ocho el ritmo que le dio el gane en el certamen, que se llevó a cabo en el local de la Cámara de Comercio.
Con el tiempo, Jacarandoso que repitió ser Rey Feo en el año 2000, se hizo famoso por tener las comparsas más numerosas, llegando a contabilizar hasta a 500 personas, que lucían vestuarios espectaculares con espalderas y penachos fastuosos, al estilo Brasil. Pero no siempre fue así, en sus inicios, para costear los trajes de los participantes, cada año le pedía autorización al padre de la Parroquia de San Sebastián para organizar una kermés con la que recaudaba los fondos.
—Los integrantes me daban ingredientes para hacer panuchos y la ganancia de lo que vendíamos era para el vestuario. Había quienes apoyaban y otros que no tenían la posibilidad, era muy complicado, pero con mucho esfuerzo y sacrificio lo lográbamos —expresó orgulloso.
Y ya metidos en el tema de los vestuarios, Jacarandoso recordó que eran tantos los integrantes de su comparsa, que en una ocasión el sastre no pudo concluir a tiempo los trajes, y los jóvenes salieron de San Juan hacia Montejo solo con el pantalón.
—Les tuve que colocar una cinta para disimular que no tenían camisa, y fue hasta Santa Lucía donde nos alcanzó el sastre con lo que faltaba del vestuario —recordó entre risas Sanguinetti Briceño, quien recientemente vivió otra experiencia similar en el lunes regional cuando salió como vendedor de palomitas y éstas se le agotaron antes de tiempo.
—Había que detenerse para hacer más, pero era imposible. Quemadas se las di a la pobre gente– dijo este personaje, que a lo largo de los años salió en los carnavales caracterizado como vendedor de pepitas, de panadero, de pastor de rebaño y hasta de político.
Desafortunadamente, después de 40 años de participar en las festividades de la ciudad, Jacarandoso falleció la tarde del 19 de octubre de 2022, pero su legado sigue vivo, al igual que el recuerdo del entusiasmo con el que se entregaba al público en sus participaciones en las carnestolendas.
Texto: Manuel Pool
Fotos: Cortesía