Salvador Castell-González
Gran parte de nuestra vida nos hemos dedicado a pensar en el futuro planeando principalmente el adquirir una casa, un empleo honoroso y suficiente dinero para poder ahorra o invertir pensando en nuestro próximo futuro.
Hemos pensado mucho en poder adquirir esos bienes materiales que nos hacen sentir realizados y satisfechos, algo que nos inculcaron de manera vertical pensando en un mundo que simulamos infinito.
La realidad es que las pruebas de la insostenibilidad de nuestras acciones nos han llevado al crítico momento que estamos enfrentando, incluyendo el terrible calor que hemos sufrido esta semana y eso que solo estamos en marzo, esto apenas comienza.
Estamos enfrentando una sequía que no sabes si se adelantó, se prolongó o peor aún ya será la normalidad, pero seguimos sin hacer nada para remediarlo. Estar lanzando misiles cargados de iones a la atmósfera para provocar que quizás llueva no debería ser una opción considerando las repercusiones que las sales de plata causan a los ecosistemas.
Estamos en un momento que debemos aprender a sonreír por ver el amanecer, debemos disfrutar una puesta de sol, el vuelo de un ave, de la lluvia y todo aquello que es real pero que hemos decidido omitir por estar en esta desenfrenada lucha de poseer y realizarnos.
No debería ser necesario estar en un campo de aislamiento y que nos despojen de todo para empezar a apreciar todo eso que ya no estamos apreciando como le ocurrió a Viktor Frankl durante la guerra.
Has pensado que muchas veces la pregunta no es si podemos comprarlo, sino más bien si existe otra razón que el ego y la falsa felicidad del poseer.
El estado inconsciente del sobreconsumo no puede seguir siendo la pauta que mueve a las economías, no podemos seguir planeando el crecimiento sustentando nuestros planes de desarrollo en la construcción como la llave mágica que todo lo impulsa, debemos integrar las economías verdes sin crecimiento económico, pero sin con estabilidad, distribución justa y equitativa de los recursos y los beneficios de su explotación.
Podemos seguir hablando de todo lo que ocurre en la naturaleza que ya son una prueba innegable de que algo está ocurriendo y que no le estamos haciendo caso: incendios, inundaciones, pandemias.
Cuantos años más debemos estar encerrados, o no es suficiente que 1 de cada 8 personas mueran por la mala calidad del aire, y que hay 5 veces más refugiados climáticos que todos los otros refugiados juntos.
Es momento de reflexionar que estamos haciendo mal, muchos ya lo están haciendo, pero es aún más importante dejar de quejarnos y levantar pancartas y comenzar a accionar, mover las cosas y hacer que eso que deseamos ocurra. Activismos objetivos, preparado y consciente, no modas políticas, y eso que apenas comienzan los juegos del hambre.
Pero bueno, ya las juventudes están levantando la voz, ahora debemos implementar las acciones y no solo pedirlas, en acciones conjuntas y todos digamos quiero ser sustentable.