Así ha sido la transformación del barrio de Santiago

En noviembre de 1865 una multitud recibe a la emperatriz Carlota Amalia en su visita a Mérida y también tuvo un desaparecido salón teatro

Caminar por el barrio de Santiago, especialmente por las tardes o en las noches, cuando la brisa sopla y se refresca el ambiente, es algo muy agradable.

A lo largo de la calle 59, que, en 1877 por decreto del entonces gobernador, el coronel Protasio Guerra, en el tramo que va de la Plaza de Santiago a la Mejorada se le impuso el nombre de Porfirio Díaz, se aprecian majestuosas construcciones, entre las que destaca la escuela Nicolás Bravo.

Ubicada en el cruce de las calles 59 por 72, este inmueble ocupa un predio en el que antes funcionó un llamado Salón Teatro, que, de acuerdo a Francisco D. Montejo Baqueiro, era en realidad un jacalón de madera y láminas en el que actuaron en aquella época compañías de ópera y zarzuela que hicieron alegres temporadas en el barrio de Santiago más tarde en los mismos terrenos, estuvo también una comisaría de policía.

Era gobernador del estado Olegario Molina Solís cuando se aprobó el plano que presentó el ingeniero Julio Bernhes para la construcción de la casa escuela. En el libro Mérida en los años 20 del referido Montejo Vaqueiro se indicó que el 8 de febrero de 1905 comenzó a armarse la cúpula de hierro en el edificio de la referida escuela la que fue forjada en los talleres del prestigiado artesano Lázaro Potkoniack, ubicados en el Paseo de Montejo y la que le costó al municipio alrededor de 5 mil pesos.

Fue hasta el 16 de septiembre de ese mismo año que como parte de las fiestas patrias en Mérida se inauguró solemnemente la casa escuela municipal con la asistencia de altas personalidades del gobierno y particulares el acto inaugural estuvo a cargo del alcalde Augusto L. Peón. El costo total de dicho plantel fue de 104 mil 583 pesos con 57 centavos, sin incluir el terreno que ya lo había adquirido el gobierno para la comisaría de policía en 1901.

Cabe destacar que en la época de las reformas en materia escolar durante el gobierno del general Salvador Alvarado dicho plantel fue nominado Nicolás Bravo.

Otra de las calles con mucha historia del barrio de Santiago es precisamente la calle de Sisal, hoy conocida como la calle 59 A donde una multitud recibió a la emperatriz Carlota Amalia en su visita a la ciudad de Mérida, a fines de noviembre de 1865.

El historiador Mario Humberto Ruiz consignó la llegada de la esposa del emperador Maximiliano de Austria al puerto de Sisal el 22 de noviembre de 1865, hecho que quedó registrado en una placa colocada en la que se lee “a la grata memoria de la feliz llegada a la Península de la Soberana” que aún puede leerse en esa ciudad portuaria.

La misma visitante describió su viaje en el buque “Tabasco”, la llegada a Sisal, las modestas viviendas de los indígenas mayas, sus techos de paja y hamacas de henequén, los saludos que recibió a su paso en una carroza especial, su pernocta en una hacienda de Hunucmá y el recibimiento con mucha pompa que tuvo al día siguiente en el barrio de Santiago de Mérida.

Y es en este rumbo, justo en el predio marcado con el número 587 de la calle 59  entre las calles 74 y 76 en las esquinas (conocida como la Piña y la Granada), el 17 de mayo de 1908 vio la luz primera a Arturo García Rodríguez, hijo del emigrado español Francisco García y de Carmen Rodríguez Coral.

El 15 de junio de ese mismo año en el templo de Santiago, fue bautizado Arturo, quien en el devenir de los años llegó a ser uno de los mejores actores de habla hispana en el teatro, el cine y la televisión con el nombre de Arturo de Córdova.

Texto: Manuel Pool

Fotos: Cortesía