El camarada Amlovich

Carlos Hornelas
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El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha dado a conocer que enviará una iniciativa al congreso con el fin de abolir el artículo 33 Constitucional. Dicha disposición prohíbe a los extranjeros inmiscuirse en los asuntos políticos del país, so pena de ser deportados.

Si bien la norma atenta contra los derechos humanos de los extranjeros que se encuentren en esta circunstancia, llama la atención que en lugar de reglamentar el artículo 33 que actualmente deja, casi a discrecionalidad de la autoridad, la deportación, se estableciera al menos un tipo de mecanismo de audiencia para que los extranjeros fueran notificados, escuchados y juzgados mediante un procedimiento transparente y con garantías para su persona.

En lugar de ello, al presidente se le ocurre tratar de derogar dicha disposición. Nuestro país, geopolíticamente hablando, ha sido un refugio para exiliados cubanos, españoles, argentinos, nicaragüenses, rusos, libaneses, coreanos y un largo etcétera. Pero también ha sido el mayor enclave de espionaje de los nazis, en su época, los rusos, los chinos y otro largo etcétera.

El camarada Amlovich, como él mismo se llegó a llamar durante su campaña electoral, quien se dice seguidor de la doctrina Estrada que pugna por la autodeterminación de los pueblos, ahora va a permitir que cualquier extranjero hable de política en México, aún cuando es de todos conocido que existen grandes grupos de interés de diversas nacionalidades.

Ya parece que la tolerancia que no ha tenido para la prensa y los críticos connacionales la tendrá para los extranjeros en nuestro país. Ya quiero ver que insulte, como lo ha hecho a quienes se opongan a sus ideas y les llame también conservadores o cualquier otro adjetivo que le encanta usar en sus peroratas matutinas.

Que por favor alguien le explique que en los años setenta el llamado Plan Cóndor de Estados Unidos consistía en poner y quitar regímenes a su antojo en toda América Latina y ahora, con el pretexto del fentanilo, los americanos quieren presionar al gobierno mexicano. Sólo hay que ver que diversos legisladores en EE.UU. pugnan por declarar a los cárteles de la droga como grupos terroristas y dar facultades a su ejército para arremeter contra esas organizaciones dentro y presumiblemente fuera de su país, es decir, en territorio mexicano.

Simplemente, el viernes pasado cuatro jóvenes estadounidenses habrían sido levantados por el crimen organizado. Ayer, la Fiscalía de Tamaulipas informó que fueron hallados, aunque dos de ellos sin vida. Este evento ha aumentado la tensión en las relaciones entre ambos países y ahora podrían tener posibilidad de ejercer su libre expresión a través de las socorridas guerras de la información, campañas de desinformación y estrategias de netwar, como se les llama para posicionar sus ideas y cabildear sus intereses.

No obstante, en una muy lamentable situación, parece que las miras del presidente se reducen a la angostura que, le impone la urgencia del momento. En este caso, parece que la derogación tiene una dedicatoria: Abraham Mendietta, español, analista político simpatizante de la 4T y pareja sentimental de la diputada Andrea Chávez, de Morena, quien en twitter se dice “emocionado y agradecido por el apoyo y reconocimiento” que le hizo el camarada Amlovich.

En días recientes, Mendietta, quien al parecer delinea la estrategia propagandística del período electoral para el partido del presidente, se ha metido en discusiones con el expresidente Calderón, así como con los diputados que no votaron en contra de la reforma electoral de Amlo.

Debe ser un genio como para que el presidente quite dichas restricciones a los extranjeros, aunque sigo preguntándome: ¿vale la pena, mi querido Amlovich?