Junto al estacionamiento de Plaza Altabrisa se puede encontrar el puesto de don Alfredo Paredes, que desde hace 16 años se instala en la zona para ofrecer panuchos, polcanes y kibis
Junto a los estacionamientos de la conocida Plaza Altabrisa, usted podrá encontrar de lunes a sábado una amplia variedad de antojitos yucatecos, que vienen muy bien para los trabajadores de la zona y del Hospital Regional de Alta Especialidad, que reponen fuerzas con panuchos, polcanes y kibis elaborados desde muy temprano por don Alfredo Paredes, quien los expende de una manera muy especial, apoyándose con la cajuela de un viejo carrito azul, que se convierte en parte de su puesto.
“Doraditos y bien cociditos es lo que le agrada a la gente, hace 16 años que estamos aquí, desde que inició el Hospital, todos los días me levanto desde las tres de la mañana para preparar en casa la venta junto a mi esposa Claudia Guzmán, y llegó aquí a las 6:30”, comentó “El Barbas”, como su clientela llama de manera afectiva a don Alfredo, quien en esta ocasión se encontraba acompañado de su hijo Pablo, quien estaba al pendiente de la clientela y de que sus pedidos llegaran rápido a su mesa.
La historia de este señor es digna de contarse, ya que antes de tener esta ubicación, batalló mucho, pues recorría las calles de la ciudad haciendo “ruta” con sus antojitos, saliendo de su domicilio en la colonia San Camilo, en Kanasín, primero a golpe de pedal en un triciclo y después, cuando su economía se lo permitió, con una motocicleta.
El tiempo pasó y gracias a su empeño y tesón logró reunir sus ahorros y adquirir el carrito de color azul que hoy es parte importante en su trabajo, dado que en la cajuela abierta coloca parte de sus insumos incluyendo servilletas, bolsas de nylon y hasta una pequeña bocina en la que escucha música cristiana, pues nuestro buen amigo está muy consciente, al igual que Pablo, que todas las ver cosas no ocurren por suerte, sino como una bendición de Dios.
Ayer, el equipo de Peninsular Punto Medio acudió a realizar un reporte acerca del incendio que, por la madrugada del viernes, afectó a las salas de cine de la mencionada plaza, y se dio la oportunidad de visitar el puesto del carrito azul, donde disfrutamos de las empanadas de queso, de los panuchos y de los kibis, acompañándolos de una bien helada bebida de cola.
En el breve tiempo que estuvimos en el puesto, observamos cómo uno tras otro llegaban los clientes, solicitando la preciada mercancía, entre la que se destacan los tradicionales panuchos con huevo cocido o con carne asada o molida que, como bien dice don Alfredo, bien doraditos, son del completo gusto de los comensales.
Sobre la mesa principal había tres contenedores de buen tamaño en los que cual si fuera un arcón que contiene un preciado tesoro, se encontraban estas viandas elaboradas con mucha higiene y detalle por parte de la familia Paredes Guzmán.
“Tratamos de que el sabor no cambie porque es lo que a nosotros nos caracteriza”, dijo orgulloso don Alfredo, quien apenas tuvo un breve espacio de tiempo para platicarnos un poco de su trabajo diario que le ha sido muy gratificante, y por el que se ha ganado el afecto de los trabajadores de la zona, a quienes después de muchos años, atiende con familiaridad.
Texto y fotos: Manuel Pool