Editorial de Peninsular Punto Medio

El anuncio hecho por el sacerdote José Alejandro Solalinde para encabezar la futura Coordinación Nacional de Asuntos Migratorios y Extranjería, (ConMéxico), que sustituirá al Instituto Nacional de Migración, da una ligera esperanza de que se busca solucionar problemas relacionados con el tema.

La labor del sacerdote y activista no está en duda: por años se ha dedicado al apostalado de cobijar a los migrantes, quienes buscan llegar a Estados Unidos. Nadie como él tiene un diagnóstico y, por supuesto, las acciones que se deben emprender para solucionar su situación. Para nadie es un secreto de que Estados Unidos presiona a México para que frene el paso de los centroamericanos ilegales.

El incendio en una sede de migración en Ciudad Juárez ya alcanzó la cifra de 40 muertos y esta negligencia de la Cuarta Transformación indiscutiblemente le pasará factura.

El fondo del asunto demuestra que el programa de Sembrando Vida cumple parcialmente uno de sus principales objetivos: que los migrantes se dedicaran a esta actividad.

Hasta enero del año pasado, de acuerdo con el gobierno mexicano, gracias a Sembrando Vida ha bajado de 55.5% a 0.6% la proporción de beneficiarios que consideraban migrar en El Salvador y de 56.4% a 1.8% en Honduras. Por supuesto que Solalinde puede lograrlo, pero todo dependerá que lo dejen trabajar, porque de lo contrario podría pasar como los prometedores funcionarios que ha tenido el Gobierno Federal, que luego que se dieron cuenta de que estaban de pantalla optaron por renunciar, como han sido los casos del exconsejero jurídico del presidente Julio Scherer Ibarra y Tatiana Clouthier, en Economía.