Editorial de Peninsular Punto Medio

Parece que el tema del fentanilo es una papa caliente que ni Estados Unidos, México y China quieren. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, involucró al país asiático, ya que el opoide sintético estaría viniendo de ese lugar, pero ese país le contestó que ellos desconocen que exista ese tráfico ilegal y que Estados Unidos debe realizar programas efectivos para solucionar este problema.

El fentanilo está propiciando muertes por sobredosis a muchos yanquis y Estados Unidos no halla la forma de frenarlo y aseguró que entra a ese país por México.

Como se recordará, estas diferencias comenzaron porque unos diputados yanquis responsabilizaron a México como los causantes del problema, pero el canciller Marcelo Ebrard terminó enganchándose ya que es una opinión respetable, pero no era la postura de la Casa Blanca.

El pasado 9 de marzo Elizabeth Sherwood-Randball, asesora del presidente Joe Biden en materia de seguridad nacional, sostuvo una reunión en Palacio Nacional con el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde su visión sobre la crisis por el fentanilo contrastó con la de la Administración Federal Antidrogas (DEA). Se acordó una campaña binacional en el que tanto México como Estados Unidos se gastarán 75 millones de dólares para financiarla. No faltó el mal pensado que asegure que el tema fue una cortina de humo para no enfocarse a las muertes de migrantes en Ciudad Juárez, negligencia que marcará a la Cuarta Transformación. Regresando al tema del fentanilo, China no deja dudas  de que también es un buen torero y sabe esquivar el tema como lo hacen México y Estados Unidos.