Armando Escalante
Periodista y analista político
Ya son millones los mexicanos que se dan cuenta que el país está hecho un desastre; que el futuro de la Nación se ha venido para abajo, que las inversiones exteriores comienzan a irse más rapido de lo que llegan y que las nuevas o no terminan de concretarse o los posibles interesados están muertos de miedo. Y todo ocurre por el mismo motivo, el cual se niegan a aceptar —al menos públicamente— los gobernadores y en general las autoridades.
En voz baja todos identifican al causante de este desastre, lo señalan con su apodo o sobrenombre, hasta incluso usan el Ya Sabes Quién para referirse a él. Aquí no nos da miedo identificar al que está hundiendo al país, se llama Andrés y se apellida López. Trabaja de presidente en México y por su culpa hay miles de personas muertas a manos del crimen organizado que el ha ordenado no se persiga, ni combata. Menos que se le apunte con un arma. Las crónicas diarias en todos los medios consignan esta tragedia.
Por su causa, cerca de un milón de mexicanos murieron de Covid luego que él desestimó la gravedad de la pandemia y obligó a sus colaboradores en materia de salud a salir a la calle a decir que no pasaba nada, que el cubrebocas era innecesario y que todo mundo debia abrazarse. “Salgan, sigan saliendo… yo les voy a decir cuando no salir”. Las crónicas periodísticas asi lo consignan.
El autoritarismo y la prepotencia del señor López impidieron que todos los estados vacunaran rápido y bien. Se prohibió a los gobiernos conseguir las vacunas, se les prohibió disponer de las donadas y aplicarlas, todo quedó en manos del Ejército que lo hizo con sus aviones y su personal limitado. Tardamos mucho, y hasta tuvimos que tirar vacunas. Las crónicas periodísticas así lo consignan.
El megadesastre está en todos los rubros. Llenaríamos la edición de este periódico de hoy si reprodujéramos la situación que guarda la Nación. Solo abordamos lo que usted leyó arriba y lo que ahora leerá aquí abajo.
El xix.— Anteayer, un medio de comunicación local finalmente dio a conocer que la megainversion italiana para ampliar el puerto de altura y construir unos astilleros está a punto de cancelarse. Casi si no es que ya. También reveló lo que sabíamos, no hay inversión alguna de una planta de electricidad en Kanasín, ni la habrá. Se buscó al sector privado para que opine porque desde el gobierno no hay ni media palabra. Callados como momias. En otra información se precisa que las obras del tren maya, además de causar muertos cada semana o mes en la carretera a Cancún, causan daños en los vehículos de los guiadores que las usan. Ni quién dé la cara en ningún orden de gobierno.
El reportaje periodístico sobre la ampliación del puerto de altura dice lo que sabíamos, que habrá nulo apoyo del presidente para la megainversion y menos que eso habrá de parte de la Armada, a la que de rodillas le regalamos un hospital para ver si así firmaba por unos permisos “de uso del mar”, como si fuera suyo. De las mordidas solicitadas —presuntamente— por el alto mando Federal no podemos referirnos porque los italianos no quisieron denunciarlas. No es chisme pero lo dejamos en un secreto a voces. Esa misma autoridad es la que —por los hechos— se burla del pueblo yucateco y esperemos que no lo haga de su Gobernador porque ni apoyan ni se ocupan de lo suyo. Ni siquiera vigilan la costa, no impiden que los modernos piratas que asaltan embarcaciones y les roban motores, dinero, celulares y su captura de pesca, hagan de las suyas. Con este panorama, parece que el peje lo va logrando: también Yucatán ya es un desastre.