AMLO y la tremenda Corte

Carlos Hornelas 
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Como se sabe, la Suprema Corte de Justicia de la Nación invalidó el decreto de reformas a diversas leyes secundarias en materia electoral, bautizado por el presidente como “Plan B”. A esta resolución el mandatario ha arremetido en su contra. En la conferencia mañanera del día siguiente, ha espetado: “Yo pensaba que podíamos mejorar al poder judicial, pero está podrido”.

Puede ser que el presidente haya tenido intenciones de “mejorar al poder judicial”, como lo ha manifestado, porque durante su mandato no ha parado en sus afanes de controlar lo que allí sucede, sin respeto alguno por su autonomía.

Recordemos que, a la renuncia de Eduardo Medina Mora, en el 2021 se abrió la posibilidad de que fueran cuatro los ministros que podía nombrar el presidente López Obrador. Es facultad del titular del poder ejecutivo proponer a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y del Senado de la República, ratificarlos para el cargo. Morena, el partido del presidente tiene mayoría en esa cámara, por lo que sus propuestas pasaron sin mayores obstáculos.

Además, el presidente había sido bastante claro en manifestar su confianza y cercanía con el entonces presidente del Supremo Tribunal, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, de quien dijo “es el único capaz de transformar al Poder Judicial en la visión de la cuarta transformación”. A lo que el aludido respondió en su momento con su público agradecimiento por “su afecto y apoyo”. Tanto así que, a propuesta del presidente, el Congreso aprobó al vapor una reforma que ampliaba el mandato del ministro presidente dos años más, hasta 2024. Decreto que fue impugnado por la oposición y anulado por el Tribunal Supremo. El mismo Arturo Zaldívar se habría manifestado en contra de seguir con el cargo durante la controversia.

Si tenía ya un aliado en Zaldívar, como lo ha dicho, habría que considerar a los cuatro más que le tocó nombrar y que hoy integran la corte: Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yasmín Esquivel Mossa, Margarita Ríos Farjat y Loretta Ortíz. Es decir, habría tenido de su lado cinco de los once ministros que integran el tribunal supremo.

Sin embargo, la luna de miel duró poco. Ante diversas resoluciones de la corte que no le simpatizaron, en septiembre de 2022 declaró en su conferencia matutina: “Hice mis cuentas, más los que estén ahí decentes, pues puede que logremos tener mayoría: no para que me apoyen en abusos, sino para reformar el poder judicial y que realmente haya justicia en México, ¿y qué creen? Me equivoqué.”

No obstante, el deseo de imponer un presidente en la Corte, por parte del mandatario nunca cesó. El presidente apoyó y candidateó abiertamente a Yasmín Esquivel para convertirse en la primera mujer en asumir el cargo de presidente de ese poder. Pero no contaba con que los medios filtraron información que señalaba plagio de las tesis de licenciatura y doctorado de la ministra, cuestiones que aún están siendo investigadas. Ante este hecho el mandatario habría minimizado la situación y declarado que “lo que hicieron los intelectuales alcahuetes es mucho peor”, también señaló “ojalá los problemas de México fueran los plagios”.

En una situación inusitada y desconcertante, el presidente reveló cada uno de los votos de los ministros integrantes de la corte, aunque la votación por ley es secreta, para anunciar a quien ocupa la titularidad: Norma Lucía Piña, de quien se jactó de que “había llegado a su cargo por él”.

Recientemente se burló del premio en Derechos Humanos que le otorgó la Asociación Internacional de Mujeres Juezas diciendo que “se puede conseguir en Santo Domingo”. Ahora quiere poner al pueblo bueno a votar quién debería ser ministro, magistrado o juez, independientemente de su trayectoria o formación, ¿esa es su propuesta de reforma de un poder?