Para mostrar un repertorio de música clásica que casi no suele escucharse, así como para apoyar a los talentos mexicanos, la Orquesta Sinfónica de Yucatán interpretará este fin de semana el Prólogo del Ballet Canek, del compositor Pedro Carlos Herrera y el Concierto para Guitarra del italiano Mario Castelnuovo-Tedesco a cargo del solista Yohualli Rosas, bajo la dirección del maestro Alejandro Basulto.
En conferencia de prensa realizada en el Palacio de la Música, Basulto indicó que Herrera tiene una obra de calidad. En el caso de Castelnuovo-Tedesco tuvo mala suerte, ya que murió joven, le toca la etapa de la Segunda Guerra Mundial, es judío y se va a vivir a Estados Unidos, donde compone música para cine.
“Es un Tchaikovsky mágico. El criterio de programación que realizó es temático y en este caso el hilo conductor fue que se trató de música de buena calidad que se tocó poco”, explicó.
Señaló que toman en cuenta los recursos y los instrumentos, en este caso se usará un arpa y cuentan con una arpista, pero hay obras que no se podría tocar porque se carecen de los músicos.
Por su parte, el director del Fideicomiso Garante de la OSY, Escobedo Novelo, señaló que el cambio de director en una orquesta es como lo que se dan en un equipo de fútbol, hay una nueva oferta para integrar programas y ahora se busca promover el talento y alcanzar nuevas audiencias.
“Hay que consumir lo que producimos, apostarle al intercambio de los músicos ya que hay yucatecos tocando en orquestas de otros lugares y viceversa”, explicó.
A su vez Rosas, quien es un yucateco por adopción, negó que la guitarra tenga pocas apariciones en estos eventos, más que decadencia lo que requiere es que se difunda más.
Las presentaciones serán el viernes 19 a las 20 horas y el domingo al mediodía en el auditorio del Palacio de la Música, reunirán a un compositor y director de la orquesta yucatecos, así como a un laureado guitarrista nacido en la Ciudad de México y formado en Mérida, mismas que tendrán como broche de oro la Sinfonía número 1 del compositor ruso Vasili Kalinnikov.
Texto y foto: Darwin Ail