Salvador Castell-González
Hemos sufrido una semana extremadamente calurosa, una de las semanas más calientes de las que se tiene registro. Esta semana fue algo agotador, con golpes de calor y suspensión de clases principalmente en el norte del país.
En Yucatán también sufrimos este calor un poquito menos, pero con un bochorno terrible e incluso los hielos se agotaron en casi todas las tiendas y donde había los vendían al doble del precio.
Esta semana todos hemos sentido otra vez lo pequeños que somos en comparación con nuestro planeta y sus condiciones climáticas reflejándose un aumento en la venta de aires acondicionados y también, porque no, rompimos el récord de consumo de cerveza.
Pero yo creo que esta semana debemos ser un poco más críticos y no solo aprender a sobrevivir a futuras olas de calor, sino también comenzar a actuar para evitarlas.
Aunque la ola de calor fue un fenómeno natural, normal en cierto modo, sus efectos se vieron exacerbados por las condiciones que imperan en nuestro globo, un aumento de temperatura como consecuencia de la acumulación de gases de efecto invernadero, por un lado, y por otro lado ciudades que tienen muy poca cobertura arbórea, pero si grandes islas de calor enmarcadas por grandes planchas de cemento.
Ayer por fin tuvimos una primera lluvia, que nos refresco un poco el ambiente, pero el retraso de las lluvias es más que evidente siendo casi julio y estas todas no se terminan de animar en hacerse presentes de manera constante.
Hoy debemos estar conscientes de que esto puede ser solo el inicio de unas olas de calor que sean permanentes y que debemos tomar conciencia y comenzar a actuar para adaptarnos y en lo posible mitigar o revertir los efectos del cambio climático.
Es necesario que todos participemos, ni siquiera es necesario que salgamos todos juntos a hacer plantaciones, es necesario que lo hagamos de manera eficiente y eficaz para poder asegurar que estamos avanzando hacia el desarrollo sostenible.
Hoy desde va por la tierra y a nombre personal los invito a ser parte de este proceso de adaptación, si cada uno de nosotros adoptara 1 árbol, tan solo 1 árbol cada año y nos aseguramos de su supervivencia para el próximo año tendríamos casi 1 millón de árboles más en la ciudad de Mérida. 1 millón de árboles es un montón de carbono fijado, pero mejor aún es la sombra y la humedad que nos ayudan a crear un ambiente más propicio y que los efectos del calor se vean minimizados. Si cada uno sembrara 1 árbol cada año y se asegurara de su supervivencia, tendríamos en poco tiempo un bosque y haríamos la campaña de acción social climática más grande que se ha realizado en México, un árbol cada uno, un árbol cada año.
Te das cuenta estimado lector que con algo tan sencillo como plantar y cuidar un árbol podríamos hacer la diferencia en nuestro estado. Yo digo que deje de suponer y comencemos a hacer, y si no sabes cómo o no sabes dónde conseguir el árbol solo escríbenos a la redacción o a va por la tierra y hagamos que las cosas sucedan. Tan solo 1 árbol puede ser la diferencia.