Una pintura blanca creada en la Universidad de Purdue no solo podría enfriar edificios, sino también tener un impacto en la temperatura global
En el 2020, un equipo dirigido por Xiulin Ruan, de la Universidad Purdue de West Lafayette (Indiana, Estados Unidos), anunció que había desarrollado la pintura más blanca de la Tierra. Según el estudio publicado entonces en la revista ACS Applied Materials & Interfaces, este color es tan blanco que puede reflejar más del 98 % de la luz solar y del calor infrarrojo. Las pruebas también demostraron que una superficie pintada con este blanco es hasta 4.5 grados más fría que la temperatura ambiente.
Las propiedades de la pintura son especialmente útiles porque, entre otras, además de reducir las temperaturas en el interior de los edificios, reduciría las necesidades de aire acondicionado hasta en un 40%, según informó The New York Times. Asimismo, la pintura, incluso bajo un sol abrasador, es frío al tacto y a diferencia de los aires acondicionados, la pintura no necesita energía para funcionar y no calienta el aire exterior.
Lo que hace tan especial al innovador blanco de Purdue es que no se basa en el óxido de titanio convencional; en su lugar, los investigadores utilizaron sulfato de bario (BaSO4), que no absorbe la luz ultravioleta. Además, el contenido de pigmento de este ultrablanco es mayor que en las pinturas convencionales y el tamaño de las partículas de pigmento varía, lo que contribuye a una mejor reflexión de la luz.
Ayudaría a reducir la temperatura del planeta
Si este blanco altamente reflectante enfría los edificios más grandes, ¿no podría también mitigar el aumento de la temperatura global, e incluso detenerlo por completo? Sobre el papel, sí, dice Jeremy Munday, profesor de ingeniería eléctrica e informática de la Universidad de California en Davis, que investiga las tecnologías limpias, quien asegura que, si un material como la pintura de Purdue cubriera entre el uno y el dos por ciento de la superficie de la Tierra, la cantidad de luz rebotada al espacio reduciría la cantidad de calor absorbida por el planeta lo suficiente como para estabilizar la temperatura global.
En otras palabras, podría ayudar mucho a resolver el cambio climático. Además, según explicó Munday a The New York Times, la cantidad de luz devuelta al espacio no perjudicaría demasiado al cosmos.
“Sería como verter un vaso de agua normal en el océano”, aseguró.
Aunque los habitantes de lugares cálidos y pintorescos como Santorini y Casablanca han utilizado pintura blanca para refrescar sus viviendas, las pinturas blancas comerciales todavía absorben parte del calor solar. En concreto, según Ruan, las pinturas blancas comerciales suelen reflejar entre el 80 y el 90% de la luz solar. Esto significa que siguen absorbiendo entre el 10 y el 20 por ciento del calor. En contraste, la pintura desarrollada por la Universidad de Purdue absorbe menos calor y enfría las superficies a temperaturas inferiores a las ambientales.
¿Una solución viable?
En el mejor de los casos, solo teóricamente, porque el dos por ciento de la superficie terrestre sigue siendo una cantidad enorme, y la cantidad de color necesaria para conseguirlo no sería ni de lejos suficiente: la superficie total de la Tierra es de unos 510 millones de kilómetros cuadrados, por lo que la pintura tendría que cubrir entre 5 y 10 millones de kilómetros cuadrados.
Como referencia, la superficie total de Estados Unidos es de 9.8 millones de kilómetros cuadrados, así que se tendría que cubrir el país norteamericano de pintura blanca de extremo a extremo.
En ese sentido, Munday señala que cubrir más del 50% del tamaño del Sáhara con una capa blanca podría detener la absorción excesiva de calor por parte del planeta, evitando así un aumento adicional de la temperatura global. Sin embargo, aclara que no sería una solución realista por diversas razones. Entre ellas se encuentran la falta de practicidad, ya que se necesitarían cerca de 2 mil millones de litros de pintura blanca de alta tecnología para cubrir todo Estados Unidos, o una cantidad comparable para abarcar toda la superficie del planeta. Esto se encuentra muy por encima de las posibilidades realistas.
Además, existen preocupaciones relacionadas con la vida silvestre y los posibles trastornos meteorológicos que podrían surgir de repente al enfriar una región de manera drástica. En lugar de esa solución, Munday aboga por implementar puntos de enfriamiento radiativo en diferentes lugares alrededor del mundo. Esto tendría beneficios tanto a nivel global como local, ya que contrarrestaría el efecto de isla de calor urbano, que se produce porque la mayoría de los edificios absorben y atrapan mucho más calor que las superficies naturales como bosques, agua y plantas, según The New York Times.
“Definitivamente, no es una solución a largo plazo para el problema climático. Esto es algo que se puede hacer a corto plazo para mitigar problemas peores mientras se intenta tener todo bajo control”, finalizó Munday.
Texto y fotos: EFE / Agencias