Reflexión sobre la segunda carta a los Tesalonicenses

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

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Dios juzgará a quienes pecan, lo cual debería importarnos y mucho, y más cuando la segunda venida de nuestro amado Jesús ya está cerca. El Apóstol Pablo instaba a los Tesalonicenses a siempre dar gracias a Dios cada día, pero, sobre todo, por el aumento de la fe y el amor que abundaba en cada uno de ellos, para con los demás. Tanto reconocía Pablo esta actitud de los Tesalonicenses, que les expresa que les pone como ejemplo en otras iglesias, en cuanto a su paciencia y fe, al permanecer fieles, pese a las persecuciones múltiples recibidas, mismas que soportaban, siguiendo adelante en el camino del Señor. Los Tesalonicenses eran demostración del justo juicio de Dios, ya que, debido a su padecimiento, podían considerarse como dignos del reino. Pablo les exhorta a seguir avanzando, pues la manifestación del Señor Jesús, nuestro amado, con los ángeles de su poder, en llama de fuego, dará retribución cuando acontezca a quienes no conocieron a Dios ni obedecieron el santo evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Ellos sufrirán pena de eterna perdición, quedando excluidos de la presencia de Dios, y de la gloria de su poder.

Jesús, cuya venida ya está muy cerca, será glorificado en sus santos y admirado en todos los que creyeron, siendo dignos de su llamamiento y cumpliendo todo propósito de bondad, y obra de fe con poder, para que su nombre, el nombre de Jesús, sea glorificado en ellos, y ellos en él, por la gracia de nuestro Dios y Señor Jesús, en quien tenemos puesta nuestra confianza para salvación eterna. Pablo aconseja no dejarse mover de nuestro modo de pensar con respecto al evangelio verdadero de Jesucristo, ni tampoco ser conturbados, ya sea por espíritu, palabra o carta, debido a que el día del Señor Jesús, ya está cerca.

Es fundamental que la palabra de Dios sea glorificada y transmitida hacia todos, así como lo fue con los Tesalonicenses, orando por ser librados de hombres perversos y malos, pues no es de todos la fe. Dios es fiel, y Él nos afirmará y guardará del mal, del que vemos y del que no vemos. No andemos desordenadamente, ni comamos del pan de balde de nadie, sino que trabajemos con afán y fatiga, es decir, esforzándonos, para no ser gravosos a nadie. La exhortación tan contundente del Apóstol Pablo a trabajar, esforzarse, no ser una carga para nadie, utilizando el ministerio como pretexto, sino por el contrario, la encomienda es ser diligentes, para comer cada quien de su propio pan. También, fue significativa la exhortación a no cansarnos de hacer el bien, y si alguien no obedece a lo expresado, debemos amonestarle, pero siempre en amor, no como enemigo, sino como hermano.