Especialistas del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi señalan que ciertas actividades humanas enlodan el vital líquido
En Yucatán existe una buena reserva de agua. Se ve lejano un estrés hídrico, pero tampoco se puede decir que se está en el paraíso, ya que la contaminación no se frena y urge adoptar medidas como recurrir a la agricultura sostenible, reforestar, cambiar las fosas sépticas por biodigestores y plantas de tratamiento de lixiviados, entre otras.
Entrevistados luego de la inauguración de las actividades del aniversario 48 del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, encabezada por el rector de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), Carlos Estrada Pinto, los especialistas Mónica Chávez Guzmán y Aurelio Sánchez Suárez coincidieron en señalar en que, de no aplicar las referidas acciones para cuidar el vital líquido, éste será de pésima calidad y más difícil potabilizar.
Chávez Guzmán explicó que existe una contaminación preocupante por las actividades humanas, como el excremento de los cerdos y residuos más complejos como el de las pilas, que contienen mercurio y cadmio, y que no se disponen de manera ordenada en su totalidad, así como el glifosato por uso de herbicidas por los transgénicos.
Aseveró que los menonitas son muy trabajadores, pero que están deforestando muchas hectáreas y fomentan la renta de los terrenos ejidales para sembrar soya transgénica. Ya de entrada, existe una discusión sobre si los organismos genéticamente modificados son dañinos para el organismo.
El uso de herbicidas es complicado. Hay estudios del doctor Ángel Polanco que revelan que hay residuos de ellos en la sangre de mujeres y niños, y se presume que puede propiciar cánceres como los cervicouterino y mamario.
Asimismo, los lixiviados de los basureros que no están bien sellados se van al manto acuífero. El suelo es muy vulnerable y permeable. De igual forma, al aumentar de manera acelerada la densidad poblacional crece la deforestación de la cobertura vegetal. Los árboles tienen funciones muy importantes: no únicamente nos dan oxígeno, sino que son filtradores de químicos. Por ejemplo, los manglares dan frescura, absorben el bióxido de carbono, son barrera contra huracanes, sus raíces absorben el exceso de las lluvias y evitan inundaciones.
La deforestación, continuó, propicia que no se generen nubes. La vegetación es vital para que haya un ciclo de lluvias.
La especialista detalló que también está el caso de los desarrollos inmobiliarios y las cerveceras, que consumen mucha agua.
Dijo que se requiere de una agricultura orgánica, reforestar y que las áreas naturales protegidas reciban mayor presupuesto para su conservación y restauración. “Y algo muy importante: la vinculación de los mayas, que tienen propuesta y saberes que no se deben de perder, que tienen respeto a la naturaleza, se debe fomentar una transmisión de saberes acordes con el clima”, añadió.
Por su parte, el coordinador de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigación Regional “Dr. Hideyo Noguchi”, Aurelio Sánchez Juárez, dijo que los mayas eran muy cuidadosos con el agua y sabían de su importancia para la supervivencia. “Es el agua del inframundo, Chaac habita en el inframundo y el líquido sale de allá para nutrir a toda la tierra”, agregó.
-Cuando no se tiene esa concepción, pues se arroja todo en las cocinas, fábricas, hacia el subsuelo y la contaminación del agua crece -anotó.
Refirió que la sobrepoblación propiciará contaminación y que un caso es la Riviera Maya, ya que allí los hoteles generan muchos residuos que se tiran al manto freático, pues no existe una planta de tratamiento.
También se perdió la valoración de los pozos. Cuando en las comunidades se metió el agua potable, se despreció el uso de pozos, que se convirtieron en sumideros y la contaminación fue directa.
Texto y fotos: Darwin Ail