“En una hermosa ciudad llamada Sevilla vivía un elegante mago. Desde el principio tenía claro que jamás debería perder las gafas. Si las perdiera… ufff.. si las perdiera dejaría de ver las cosas bonitas que hay en la vida. Únicamente podría ver las feas: las heridas en la rodilla tras un golpe con la bici, las bolsas de basura, la caca de perro…
El mago perdió las gafas! Era un genio, en verdad, dotado con mil poderes y muy artista… Pero tremendamente despistado! Cuando descubrió la pérdida se puso a cantar. Para espantar el miedo que sentía… Pero llegaba la noche y las gafas seguían sin aparecer… Tenía que hacer algo! Pero qué?
Entonces pensó en hacer magia!
La hizo. Usó su varita secreta y con ella creó unas gafas muy similares a las que había extraviado. Se puso feliz. Como era un mago muy taurino cogiò sus bártulos y se dirigió al tentadero al que está convidado. Tentaban en una finca cercana Lama de Góngora y Posada de Maravillas. Sería un atardecer muy bello!
Cuando llegó el mago sonaba una guitarra, y ya todo estaba preparado. Él disfrutó muchísimo. No más había un pequeño detalle… Con las gafas nuevas lo que era rojo lo veía azul y lo que era rosa lo percibía verde. Pero no estaba tan mal! Compuso un poema a la muleta azul de Lama y cantó con duende al verde capote de Posada…
Ya al día siguiente arreglaría el entuerto! De momento era divertido.”
– Te ha gustado el cuento?
El pequeño dormía ya, sonriente…
Dedicado a los magos
A Luisito, campeón de doce años
A mis queridos Lama de Góngora y Posada de Maravillas