No todo es miel sobre hojuelas

Apicultores sufren con los bajos precios que les ofrecen por su producto, que son 27 pesos por kilo, lo que los obliga a dedicarse a otras actividades de manera primordial para poder tener ingresos; muchos de ellos trabajan en la producción de jabones, cremas, dulces, propóleo, entre otros, para ofrecer al público y sumar ganancias

Pese a que la miel yucateca es considerada una de las mejores del mundo, en estos momentos los apicultores sufren con los bajos precios que les ofrecen por su producto, 27 pesos por kilo, lo que prácticamente los pone en contra de la pared y los obliga a dedicarse a otras actividades de manera primordial.

Sin embargo, para muchos de ellos es toda una tradición y un gusto continuar con las enseñanzas heredadas de sus ancestros, y contra viento y marea luchan por seguir cosechando miel, y para ello invierten en insumos como cajas, cera, ahumadores y hasta azúcar para alimentar a sus abejas, que en estos momentos en los que no hay floración es primordial para evitar que terminen por irse al monte y perderse.

De esto nos platica Ángel Chan, productor de la comisaría de Yaxnic, ubicada al sur de la capital yucateca, quien cuenta con dos apiarios que representan alrededor de 80 colmenas, y quien dice que este 2023 ha sido muy malo por lo bajos precios que se pagan, pues a diferencia de hace dos años, cuando por kilo de dulce le pagaron 60 pesos, ahora les ofrecen solo 27, cuando el año pasado llegó a un máximo de 35. En su caso, su producto lo vende a un centro de acopio que lo envía al estado de Oaxaca.

Así es que, si bien los seis mil pesos que Ángel obtiene por la venta de un tambor de 320 litros son de mucha ayuda para el gasto del hogar,  es imposible que se pueda vivir absolutamente de esta actividad, por lo que de lunes a viernes labora en la harinera y los fines de semana es cuando se dedica a atender sus apiarios, desde las 8 de la mañana y hasta las 2 de la tarde.

Las actividades inician desde muy temprano porque hay que revisar si las abejas no están enfermas, si necesitan agua o si la colmena tiene reina, además de que hay que hacer cambios y deshierbar, por lo que ya se imaginará usted el sentimiento de frustración que sintió nuestro amigo hace dos años, cuando una inundación mató a una buena parte de sus abejas.

“Esta actividad la inicié por curiosidad, cuando era un chamaco vi que bajó un enjambre de abejas y se metió en la albarrada, y entonces como mi difunto tío Elio era apicultor, se ofreció a ayudarme a sacar el panal de la albarrada, buscamos a la reina y la pusimos en una caja y de ahí se fueron formando las divisiones, esto ya tiene como 18 años y en la actualidad ya tengo como 100 cajas”, dice el buen Ángel, quien destaca que su tío le heredó el conocimiento necesario para manejar a las abejas y que sean mínimos los piquetes que recibe.

Por el momento, uno de los problemas que enfrentan los apicultores es que no han habido lluvias suficientes para que la floración de los árboles de chacá, roble y jabín sea la adecuada, además de enfermedades como la varroa que, nos explica, es producida por un ácaro que brota entre las abejas obreras y que les chupa la sangre a tal grado que a los 14 días que brotan lo hacen débiles, deformes y sin poder caminar.

“Para esto hay un control con productos naturales porque no se le puede poner químicos, porque contaminaría la miel y ya no la compran”, explica el entrevistado, quien recuerda que para que le puedan pagar por su producto antes se le tiene que sacar una muestra y enviarla a laboratorio.

Afortunadamente muchos productores, como Pamela Pat Cetz, han optado por darle un valor agregado a su producto y se han preparado para trabajar en la producción de jabones, cremas, jaleas, dulces, propóleo y otros derivados, tanto de la miel apis como de la miel melipona, que tiene propiedades curativas y que puede alcanzar hasta los 2 mil 800 pesos por litro, sin embargo, explican los productores, se requieren nueve meses para poder obtener esta cantidad.

Y si hablamos de la miel de las abejas apis, hay un dato importante que se debe de tener en cuenta para valorar mejor este producto alimenticio, y es que para producir un kilo de miel se requiere de la labor de alrededor de 2 mil 500 abejas durante 45 días, es decir que para que usted pueda disfrutar de una cucharadita de miel, se requiere el trabajo de toda la vida de unas 10 o 12 abejas.

Por su parte, don Ángel Soberanis, de Dzununcán, comentó que su suegro, el profesor Abelardo Balam, es apicultor desde hace 55 años y que es uno de los más reconocidos por el buen manejo del propóleo (el antibiótico natural que produce en las abejas y que colocan alrededor de su colmena para evitar infecciones), y la miel melipona, así es que en la actualidad maneja 180 productos derivados del dulce, además de que es uno de los pocos que producen abeja reina.

Entre los productos que ofertó se destacaba una crema de veneno de abeja que, explica, es de mucha ayuda para las personas que tienen problemas de artritis y dolores musculares, así como una crema de miel melipona combinada con cacao. Y en este sentido, don Ángel destaca que de acuerdo con estudios realizados por especialistas franceses, una de las principales propiedades que tiene la miel melipona es la regeneración de células.

El Ayuntamiento de Mérida detectó la problemática que enfrentaban los productores, y diseñaron un programa de apoyo, adicional a que anteriormente se otorgaron créditos a los productores, siendo que son convocados a participar en las ferias o festivales de la miel, en donde pueden ofrecer de manera directa al público sus productos a un mejor precio.

Ayer sábado se realizó la segunda edición de este tipo de eventos donde la Dirección de Desarrollo Social, que encabeza Maria Jose Cáceres, conjuntó a más de 40 expositores provenientes de diversas comisarías, y que participan en el programa Círculo 47, así como algunos invitados de municipios como Hoctún, que se instalaron en la Plaza Grande como parte de las actividades del Festival de las Ánimas, donde ofrecieron el litro de miel en 100 pesos.

De todos los expositores llama la atención que en su mayoría son mujeres como la señora Imelda Tuyin Santos, quien acompañada de su nuera Dulce y su nieta Ariely, llevó a vender la miel que produce su hijo Jacinto, además de buñuelos y pan de muerto.

“Esta es una buena opción que nos ofrece el ayuntamiento y lo agradecemos porque si no tendríamos que vender la miel a un precio mal pagado, entonces preferimos no vender nuestra miel y esperar a estas oportunidades”, dijo nuestra entrevistada, quien comentó que en estos momentos se enfrentan a un problema que pone en riesgo su actividad ya que los montes que rodean el espacio en el que colocan sus apiarios en la comisaría de Komchén, serán sustituidos por residencias, siendo que al momento ya se están vendiendo los terrenos.

Texto y fotos: Manuel Pool