Las zapatillas estaban allí. Eran Converse. Un par de color blanco. Otro azul, y un tercero verde. Al principio de la primavera mamá las había sacado del trastero, ya venían los días hermosos, ya irían al campo a los tentaderos, saldrían al parque en bicicleta… Llegaban las tardes largas, jornadas de caminata y helado, domingos de ir de excursión al bosque…
Sin embargo no hicieron ninguna de aquellas cosas. Aquella misma mañana un ladrón que huía tras haber robado en una tienda impactó violentamente contra la niña. A consecuencia de ese golpe ella se cayó en la calzada, y un coche no pudo evitar atropellarla. El accidente fue gravísimo. Pasaron días, semanas, meses… en el hospital.
Llegó el verano… Casi por sorpresa… Remató el colegio, y cada uno se marchó a su playa, a sus vacaciones, a sus aventuras de estío y calor. Llegò septiembre… Ya en todas las casas se preparaban libros y mochilas. El doctor sonriò mucho, era muy amable, y dijo que la pequeña estaba ya muy bien. Le daría el alta, seguiría recuperándose en casa…
Llegó a su hogar un 3 de septiembre. El accidente había ocurrido en marzo. Allí la aguardaban muchas sorpresas: en cada rincón había rosas blancas, sus favoritas. Le habían regalado libros y ositos, y el novillero local, era muy taurina, le había obsequiado una muleta. La niña estaba feliz! Su dormitorio lucía precioso, era un regreso estupendo!
Se fijó en las zapatillas. Estaban allí… Se habían quedado allí, para hacer todo aquello que finalmente no hicieron… La chiquilla rompió en una fresca sonrisa! Por fin harían esas cosas… Irían al parque a tomar un helado. Pasearían por la ciudad… Más adelante podría saltar a la comba… Todavía faltaba mucho mucho tiempo antes de ponerse las botas!
Dedicado a los niños. Todos!
Dedicado a cada persona que ve la vida en positivo…
Dedicado a Luisito!