Armando Escalante
Periodista y analista político
Para nadie es un secreto que al país se lo está llevando la desgracia llamada inseguridad. Que se va a la ruina por el cobro por derecho de piso, por el robo y los asaltos, la extorsión, los secuestros y los asesinatos. Pero además, a México se lo está llevando la muerte por la falta de servicios de salud, por la carencia de atención médica y la ausencia de medicinas, vacunas y tratamientos. Los crímenes no son la única forma de morir. También se muere porque se tolera al crimen organizado.
Todo el dinero que servía para obras y servicios se emplea ahora en forma directa para que Manuel López compre votos mediante el reparto de supuestas becas, que no es otra cosa que quitar dinero a programas de desarrollo e infraestructura para emplearlo a fondo perdido, sin posibilidad de volverlo inversión productiva.
El presidente está consciente que regalando dinero a manos llenas tiene el control de muchos millones de mexicanos, a los que no les importa abrir o no los ojos mientras sigan recibiendo aquel dinero que un día sirvió para otra cosa como por ejemplo, el fondo para atender desastres naturales. Los que hoy no tienen Fonden, deben saber que ese dinero está en la bolsa de esos que ni estudian ni trabajan. Hoy vemos con pena que no hay dinero aunque se diga lo contrario para rescatar Acapulco. Que se lucra con la pobreza de la gente y que se sacrifica la inversión y el rescate del empleo, para hacer populismo y ganar adeptos.
El estado de Guerrero comienza a sufrir la que parece ser la triste realidad que amenaza a México y que acaba con los sueños y la grandeza de una Nación: el desdén la incapacidad del gobierno federal para enfrentar la crisis que dejó a su paso el huracán Otis, que nadie vio venir desde el ámbito oficial, con la misma decidía con la que se enfrentó la pandemia, dejando morir a más de 800 mil personas según cifras oficiales.
La ineptitud del gabinete lopezobradorista se entiende porque llevan cinco años sin trabajar. Casi un sexenio perdido cerrando dependencias, cancelando planes y programas y clausurando servicios que un día o toda una vida, fueron útiles.
A nadie parece importar que los mexicanos ya no tengan soluciones a muchos problemas, que los trámites y gestiones no caminen o ni siquiera sigan su curso. Nadie parece fijarse que las secretarías dejaron de existir y que el personal, al que han ido despidiendo poco a poco, ya no tiene ni papel ni la lapiz para trabajar. Que las computadoras se descomponen, que los vehículos no tienen para gasolina y que todo está “suspendido”.
Y lo digo porque miles y miles de personas le siguen aplaudiendo a quien creen que les regala el dinero sin pedirles nada a cambio, cuando en realidad pagan el precio de dejar morir al país. Poco a poco, el pueblo bueno y sabio comienza a sufrir las consecuencias que hoy viven en Acapulco con el huracán que llegó antes que Otis y que se llama Andrés Manuel. ¿Tengan para que aprendan?
El xix.- En el emotivo mensaje de Renán Barrera en la Plaza Grande se dijo con mucha contundencia algo que debe estar claro para todos: en la próxima elección “está en juego nuestra seguridad, nuestra paz social y nuestra tranquilidad. Está en juego la libertad de emprender proyectos de vida y recibir todo el apoyo para conseguirlos. Está en juego la sonrisa de la niñez y la plenitud de los adultos mayores”.
“Nadie es dueño de la transformación y menos en Yucatán, donde el proceso transformador es una realidad con avances en materia de educación, salud, seguridad, desarrollo económico, generación de empleos y mejores niveles de vida”, remarcó Renán.
O sea, en otras palabras, mientras en el resto del país se simula y se hace como que se gobierna, aquí, el proceso de transformación y los resultados están a la vista.