Ángel Canul Escalante
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Democracia, un concepto repetido y casi desgastado. En nombre de ella y su supuesta defensa se han cometido todo tipo de actos. Algunos piensan que es el mejor sistema de organización social y político que hemos podido pensar hasta ahora, pero al igual como ha pasado con otros conceptos, con el pasar de los años se van deformando hasta ya distanciarse demasiado de lo que en principio significó. El concepto de democracia no es tan difícil de entender como sí lo es su ejercicio, a saber, etimológicamente deriva de demos (pueblo) y kratos (poder) y, en este sentido, se trata de que el pueblo tenga el poder y que su ejercicio también beneficie al mismo, es decir, a todos.
Hoy en día pensamos la democracia sólo como un ejercicio de participación electoral, que la responsabilidad de cada ciudadano entonces para con su sociedad se reduce a salir a ejercer su derecho al sufragio cada determinado tiempo. Lo cierto es que, si bien es parte de, está muy lejos de ser ese sistema donde el pueblo participa activa y constantemente en la toma de decisiones que trazarán el rumbo de la sociedad. Lo cierto es que tampoco las condiciones materiales y sociales se prestan para que el pueblo, la mayoría, pueda organizarse y tomar decisiones. Desde los lugares que habitamos y concentran la mayor cantidad de personas: las ciudades; hasta el interminable número de solicitudes rechazadas que la burocracia emite y que despolitiza el hartazgo de no contar con servicios públicos eficientes. Pasando por las largas y pesadas jornadas laborales junto con sus salarios mínimos precarizados y llegando hasta el amplio abanico de opciones de entretenimiento y consumo con lo cual uno puede olvidarse de todo lo anterior.
Hoy más que nunca existen todo tipo de mecanismos para no pensar en la acción colectiva, en la organización social y la lucha por mejores y nuevos derechos, así como su cumplimiento. Pero es necesario la resistencia, el ser conscientes que sólo uniendo los esfuerzos es el medio por la cual un sistema puede acercarse a lo justo, donde sea el pueblo consciente y organizado que vela por sus propios intereses y donde realmente nadie se quede atrás.
Esa es la lucha, por más que nos intenten desalentar e impedir el paso. Por más que nos repitan que no es posible otro modelo y que no hay alternativa, todo se trata de resistencia. Sigamos creyendo que el mundo puede ser diferente.