Las primeras horas del 2024 se vivieron en Mérida de una manera apacible, en las calles aún quedaban restos de lo que fueron los famosos viejitos que quedaron hechos pedazos la noche del 31, y la mayoría de la gente dormía plácidamente tras finalizar sus convivios, muchos de ellos por la madrugada.
Sin embargo muchos no tuvieron la suerte de tener el día libre, y fue necesario como cualquier día, salir a trabajar, y desde temprana hora salieron a buscar transporte para llegar a sus labores, como fue el caso del personal de aseo urbano.
Tras recorrer varias arterias con rumbo al centro de la ciudad, las cuales lucían vacías, en el centro se pudo apreciar a personas esperando en los paraderos para dirigirse hacia el norte de la ciudad, mientras que pequeños grupos de turistas muchos de ellos extranjeros caminaban en los alrededores de la Plaza Grande, y otros inclusive se dirigieron a la terminal de autobuses a Progreso para salir hacia la playa.
Fue hasta las 8 de la mañana que abrieron los mercados, que prácticamente estuvieron vacíos, ya que fueron contados los locatarios que acudieron a trabajar, uno de ellos fue Don Wilberth Romero, quién comentó que se retiró de su reunión familiar a las 10 de la noche para irse a descansar y llegar al Mercado de San Benito, para cumplir con la entrega de sus pedidos de carne de res y puerco a su clientela, principalmente taquerías.
“Yo nací propiamente en el mercado, desde chiquitito me traían mis papás y me acomodaban en un huacalito de madera, y desde ese entonces, inclusive desde que el puesto era atendido por mi abuelo, que se trabaja tanto el 25 de diciembre como el día primero de enero”, comentó a Penínsular Punto Medio este locatario quién comentó que este día llevó 40 kg de producto.
De hecho aunque estaba completamente iluminado y con los ventiladores funcionando, de los más de 40 abastecedores que laboran en el área de carnes de San Benito, solo don Wilberh acudió a trabajar.
En el área de restaurantes de este mercado, apenas comenzaban a abrir los establecimientos, y ya había gente esperando para desayunar, algunos de ellos aún con su ropa de fiesta, y otros listos para iniciar con sus actividades laborales.
En el mercado Lucas de Gálvez, los pasillos lucían completamente desiertos, el área de pescados sin actividad alguna aunque ya estaban abiertos los accesos, mientras que en el segundo piso, donde se encuentra el área de comidas rebautizado como La Placita, ya comenzaba a llegar la clientela.
En el área de chicharroneros, platicamos con la señora Verónica Aguilar, quien acompañada de su esposo Josué y su hija atendían el puesto de cochinita pibil llamado La Socorrito, qué junto con su vecino, “El Chavo del Siete”, fueron los únicos que abrieron.
“Antes abríamos desde las 2 y media de la mañana, luego a las 5 pero ahora los mercados abren hasta las 8, Gracias a Dios hoy, hemos tenido gente”, puntualizó.
Texto y fotos: Manuel Pool