Señales para detectar relaciones tóxicas en jóvenes

En la adolescencia, el problema resulta especialmente preocupante, porque en esta etapa se torna esencial relacionarse con libertad y vivir nuevas experiencias, fase de la vida para ensayar las relaciones afectivas

Una relación tóxica genera un malestar crónico y destroza la vida cotidiana de una pareja. Impide que la persona pueda crecer y expresar libremente su afectividad. En la adolescencia es especialmente preocupante, porque en esta etapa resulta esencial relacionarse con libertad y vivir nuevas experiencias, es un laboratorio para ensayar relaciones afectivas.

En los casos más graves, una relación tóxica termina produciendo aislamiento y se convierte en una antesala para los malos tratos. A mayor dependencia, mayor probabilidad de violencia en el futuro de la pareja. La relación se convierte en una especie de cárcel voluntaria decorada con bonitas imágenes románticas: muchos corazones y lacitos rosas, pero sin libertad para vivir la propia vida.

1.- Sentimientos de malestar. Cada encuentro se convierte en una discusión. Una parte encuentra muy difícil hacer aquello que desea o tomar cualquier decisión, porque la otra es excesivamente dominante. A pesar de que la relación no funciona, estos problemas se normalizan.

2. Dependencia emocional. La persona dependiente no concibe su vida sin esa pareja o sin esa amistad. Se aferra a la relación, sin imaginar una existencia independiente. Tiene necesidad de este contacto, aunque sea fuente de sufrimiento.

3. Conflictos continuos. Las discusiones se multiplican y la relación acaba dominada por la ira. Cada vez hay mayor dificultad para realizar los deseos propios o para llevar a cabo cualquier actividad. En esta situación, una persona cede la iniciativa en favor de otra, que lleva la batuta. Con el tiempo, se renuncia a muchos hábitos y también se pierden relaciones con otras amistades y familiares.

4. Falta de comunicación. No existe respeto a las opiniones, ni interés en escuchar. Se ridiculiza y se llega a humillar en público al otro. Por esto, pueden aparecer sentimientos de miedo, inhibiéndose la expresión de ideas personales.

5. Mitos de amor romántico y creencias sexistas. Es la parte cognitiva en el caso de las parejas. El amor romántico supone que una persona necesita a otra para ser completa: es el mito de “tu media naranja” o “tu príncipe azul”. No obstante, las creencias sexistas son ideas heredadas, difíciles de detectar, presentes en el entorno.

6. Celos y culpabilidad. No hay que confundir los celos con el amor. Los celos no son muestras de afecto ni significan preocupación, sólo buscan un control exclusivo. La persona celosa tiene miedo a perder al otro, al que llega a considerar suyo: es su “propiedad”. En realidad, el amor debe basarse en la confianza mutua, en la libertad para relacionarse de forma sana con otras personas, fuera de la pareja, sin miedo y sin culpa. Transmitir culpabilidad es una forma de chantaje emocional.

OTRAS CARACTERÍSTICAS

Control (sobre todo tecnológico). En una relación tóxica, una parte quiere conocerlo todo sobre la otra: a quién ve, con quién habla. Le revisa el móvil y conoce sus contraseñas. Vigila todo lo que hace en redes, cada minuto, hasta el más mínimo gesto. Un “me gusta” puede ser un motivo de conflicto. Por el contrario, en una relación equilibrada cada persona tiene un espacio propio.

Luz de gas. Consiste en negar siempre lo que la otra persona dice. Se ignoran todas las percepciones, se ponen en duda cosas que ha visto o recuerda, con el pretexto de que son absurdas. Al ser cuestionada de forma tan absoluta, la víctima puede llegar a dudar de su salud mental.

Datos a destacar

Violencia psicológica. Es la parte más invisible y sutil. La manipulación emocional resulta muy difícil de detectar desde fuera, por parte del entorno. Sin embargo, implica que la relación ha entrado de lleno en el ámbito de los malos tratos. Consiste en controlar de forma obsesiva, humillar o desvalorizar permanentemente al otro.

Violencia física o sexual. En las primeras fases se pueden arrojar objetos, dar portazos, gritar, empujar, pellizcar. Después, se llega a otras agresiones graves, produciendo lesiones que requieren atención médica. La violencia sexual reviste diversas formas. La línea roja se cruza cuando no se respetan los derechos personales.

Texto y fotos: Darwin Ail