Como cada domingo, muchas personas acostumbran a desayunar cochinita pibil y después irse a pasear al parque zoológico del “Centenario”, donde la diversión está garantizada con el recorrido en el trenecito, ver desde las alturas una sección de la instalación en el teleférico, disfrutar del espectáculo de payasos y el baño con los chorros de agua, entre otros atractivos.
De acuerdo a los Servicios Públicos Municipales, los parques del Centenario y Animaya son los lugares más concurridos después de Chichén Itzá, ya que anualmente reciben a cerca de un millón 800 mil visitantes.
Como se ha informado, dicha zona arqueológica el año pasado tuvo un aumento del 17% de visitantes, y Uxmal, un 20 por ciento.
El presupuesto anual de ambos zoológicos es de 40 millones de pesos, la mayoría es en alimentos, se tiene 40 especialistas veterinarios y biólogos que se encargan de las dietas de las diversas especies animales.
En el Centenario los visitantes pueden pasar horas de diversión. Actualmente, las jirafas son la atracción, los chimpancés y monos también suelen ofrecer buenos espectáculos a los visitantes. También los leones en ocasiones suelen regalar un rugido. A éstos con sólo verlos caminar uno queda impresionado.
Otro lugar que también registra buena asistencia de personas es el serpentario, donde se encuentran desde los más venenosos ofidios hasta los inofensivos. Suele verse a algunas personas que hasta cierran sus ojos, principalmente, los jóvenes y algunos niños.
En tanto, los que están muy frescos son los hipopótamos y los lagartos y a estos últimos no falta un pequeño que los imita con la boca abierta.
Por el calor que hubo ayer, en el área de las fuentes no faltaron los chicos que no dudaron en bañarse o alguno que lloró porque no podía, ya que estaba enfermo.
Por su parte, Marisela Ramírez Chi indicó que cuando mucho gastará 500 pesos, ya que sólo comprarán unos tacos, su hija le pidió chicharrones y un globo.
Cuestionada sobre si considera que el parque debería tener un atractivo más, explicó que a ella se le hace enorme. “El que no conozco es el de Animaya”, aplican el refrán de “es mejor malo conocido…”. Dijo que el Centenario suele visitarlo unas tres o cuatro veces al año.
El trenecito lució grandes filas: al pasar por el túnel nunca falta la escandalera, una tradición de muchos años.
Texto y foto: Darwin Ail