El colorido de los tradicionales dulces elaborados en Yucatán, como los sunchos de cuadro y los mambitos, es un atractivo para quien visita el mercado Lucas de Gálvez, específicamente en el área conocida como ‘Tianguis 2’, donde también se pueden adquirir insumos como recados y especias para la elaboración de la tradicional cochinita pibil y qué decir del pavo en relleno negro que, por cierto, en este lugar se puede degustar por las mañanas con el famoso ‘Amigo Leo’, que la ofrece en tortas doraditas bañadas en su caldito, algo similar a las tortas ahogadas, y que ha sido la clave de su éxito por muchos años.
Y después de degustar estas sabrosuras acompañadas de su buena dotación de chile habanero cortado en tiritas y una deliciosa horchata, visitamos a unos cuantos metros el puesto de don José Luis Gómez, “Dulcería Doña Ena”, lugar en el que se expenden una amplia variedad de dulces típicos de diversas partes de la República, como cocadas, amarantos, paletas de caramelo y camotitos de Puebla, pero sin duda que en medio de este surtido, se destacan los dulces elaborados de manera artesanal en Mérida y municipios circunvecinos como Hunucmá y Tixkokob.
“Se trata de dulces que todo el año tienen demanda, y que con el paso de los años siguen siendo elaborados con la misma calidad, pero ahora por los hijos o nietos de los fabricantes originales y que heredaron esto que se podría decir es todo un patrimonio, los dulces tradicionales de Yucatán”, comenta don José Luis, quien también es continuador de un negocio familiar que hace muchos años inició su suegra, y en donde el coco picado, los dulces de pepita y el mazapán, así como el coco negro, las pulpas de tamarindo y los merengues adornan el local.
Algo importante que debemos de tener en cuenta es que estos dulces siempre están frescos ya que por su alta demanda, cada dos días los proveedores resurten existencias a los diferentes puestos que funcionan en esta parte del mercado y que es el lugar al que acuden para abastecerse los vendedores o “venteros” que con su tablero recorren restaurantes y las calles, por ejemplo en el puerto de Progreso y en zonas aledañas al propio mercado de Mérida.
Y respecto a los coloridos mambitos, que al igual que los sunchos de cuadro se fabrican en la Colonia Miraflores, nuestro entrevistado nos comenta que en la actualidad se producen con la misma consistencia del dulce figuras como flores, soles, la paleta mambo y los paletones, además de otros diseños como unicornios y mariposas, y que son iniciativa de las nuevas generaciones de fabricantes.
En esta área también existe un espacio muy visitado por quienes buscan condimentos para enviar a sus familiares que lejos del terruño siguen preparando en su hogar comida yucateca, y entre palanganas de recados rojo, negro además de salsas de chile habanero y condimentos, platicamos brevemente con la señora Nancy, quien comenta que de momento las ventas han estado un poco bajas.
Entre la mercancía observamos jengibre que, junto con otros productos, es muy demandado por las personas que padecen diabetes, que también adquieren canela, clavo y laurel para prepararse diariamente su té, pero también encontramos el famoso ‘sutuc’, una especie de fruto con forma de espiral, que en los pueblos se utiliza para ayudar a soltarle la lengua a los niños que tienen dificultad para hablar, y que deben darle vueltas en su boca un número determinado de veces.
En un recorrido por esta área del tradicional mercado Lucas de Gálvez también se puede observar una amplia variedad de alpargatas, sandalias y huaraches que en la actualidad son considerados piezas de elaboración artesanal y, lamentablemente, nos dice el señor Carlos Manuel Maldonado Hoil, muchos modelos han desaparecido como la bota de cuero de Temax, al igual que la sandalia “de cordel de rodaja”, porque las personas que las elaboraban han fallecido o, en su caso, ya tienen avanzada edad y se han dejado de dedicar a esta actividad.
Tal es el caso de las “Huarachas Cerradas”, que están ya por desaparecer pues apenas quedan en todo el estado dos personas que saben confeccionarlas, se trata de dos hermanos ya grandes de edad de apellido Frías que trabajan en su casa.
Además, la economía cada vez más precaria obliga a muchas personas a pedir rebajas, y en muchos de los casos los oferentes acceden, porque de lo contrario no tendrían ventas, sin embargo, sus ganancias son mínimas y piensan más de una vez en dedicarse a otro giro. Sin embargo, son las festividades religiosas de los pueblos las que salvan a este sector comercial ya que para la vaquería los danzantes acuden al mercado municipal para adquirir sus alpargatas chillonas.
“También las escuelas hacen su parte especialmente en la época dedicada a los finados cuando los niños acuden portando sus trajes típicos, y necesariamente requieren de los huaraches o sandalias en el caso de las niñas, o de las alpargatas para los chiquillos”, explica nuestro entrevistado quien aprendió el oficio de su padre el señor Pedro Maldonado, quien era originario de Peto y fue un maestro en el arte de hacer sandalias, pues cortaba la piel y capa tras capa hacia los talones y luego colocaba la suela de llanta, algo que en el mercado Lucas de Gálvez en la actualidad solo hace una persona, don Jorge.
datos a destacar
Los dulces siempre están frescos ya que por su alta demanda, cada dos días los proveedores resulten existencias a los diferentes puestos que funcionan en esta parte del mercado.
En un recorrido por esta área del tradicional mercado Lucas de Gálvez también se puede observar una amplia variedad de alpargatas, sandalias y huaraches que en la actualidad son considerados piezas de elaboración artesanal.
Texto y fotos: Manuel Pool