Amor por el deporte

Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
latribunaesnuestra@gmail.com

Mahatma Gandhi decía que “el amor es todo aquello que dura el tiempo exacto para que sea inolvidable”. 

Pensaba en aquellas palabras justo ahora que estamos a unos cuantos días de terminar febrero, mes que siempre nos recuerda cuando el amor ronda en el aire, y que estoy adolorida por una lesión en mi rodilla, porque el deporte también requiere de una gran dosis de amor para que pueda funcionar. 

Hay que estar enamoradas de nuestro deporte porque no siempre es fácil levantarse muy temprano por las mañanas o llegar muy noche a casa por ir a entrenar, ni cumplir con los deberes si se es estudiante o acudir a tu jornada laboral, porque hay cuentas por pagar, mientras cumples con una dieta y un régimen de ejercicio específico para cumplir tus metas.

La mayoría de las veces requiere de sacrificios, unos más grandes que otros; quizá nos perdamos un evento importante o hasta dejes de compartir tiempo realmente valioso con las personas que tanto quieres, todo por un amor que siempre pide más. 

Porque el deporte pareciera que no se cansa de exigirnos mejorar, parece ese amor obsesionado con demostrarnos que somos más de lo que creemos.

Hasta para superar una lesión es necesario, hay que tener amor al proceso, porque la rehabilitación o el tratamiento pueden ser dolorosos, una descontractura o hasta una operación; a lo mejor habrá días en los que pienses que es mejor renunciar a todo, que no podrás mejorar tu nivel o lo que habías alcanzado antes de lastimarte, por eso es tan indispensable ese sentimiento que nos ayude a confiar en que, con el tiempo, todo saldrá mejor. 

Pero, sobre todo, el deporte requiere de mucho amor propio, porque ¿por quién más pasaríamos por todo esto?. Necesitamos amarnos a nosotras para valorar nuestro esfuerzo, para aceptar cuando los resultados no sean los esperados, para sentir orgullo en las victorias y no rendirnos ante el primer fracaso. El deporte nunca debería ser practicado sin amor, porque es precisamente ese motor lo que nos hace seguir o volver a empezar, sin importar cuánto tiempo ha pasado, ni cuantos años tenemos.

Gandhi lo expresó sabiamente. Si lo pensamos bien quizá algún día el deporte dejará de ser el amor central de nuestra vida, pero los recuerdos de aquellos entrenamientos, de las amigas que hiciste, de las derrotas, de los sacrificios, de los retos superados, esos siempre seguirán. Como en las mejores historias de amor, esas que nos dejan una huella para siempre aun cuando han dejado de estar presentes, algún día te darás cuenta de como cambio tu vida cuando conociste el deporte y todo lo que eres hoy gracias a ese amor.