René Emir Buenfil Viera
psicrenebuenfil@gmail.com
¿Qué podemos hacer como sociedad yucateca para dejar de discriminar a las adolescentes embarazadas, dada su alta incidencia en nuestro Estado?.
Primero, saber si su embarazo adolescente fue producto de violencia sexual y facilitarle espacios psicológicos de terapia que sean un lugar seguro para sanar emocionalmente estas vivencias traumáticas, que le permitan ser una mujer que pueda ejercer una sexualidad sin culpas, que se pueda disfrutar, que no sea confusa o que no se exponga a situaciones de alto riesgo.
También es importante hablarles de anticoncepción y que la tengan accesible y disponible, pues sabemos que una adolescente embarazada tiene más probabilidades de volver a quedar en ese estado, en caso de que no quieran hacerlo prontamente, porque debemos tener la sensibilidad cultural para entender que en algunas comunidades y en algunas familias que las adolescentes se embaracen es algo esperado y natural que no representa un problema para nadie. Al contrario, no queramos imponer nuestra visión o suponer que así va a ser, podemos indagar para conocer la situación de cada adolescente en particular.
Si queremos apoyar a las adolescentes embarazadas y a las madres adolescentes dejemos de reproducir el discurso social tradicionalista de que arruinaron su vida o truncaron sus sueños, al contrario, digamosles que postergar algunas metas temporalmente no es lo mismo que abandonarlas, y que no necesariamente tienen que renunciar, ni siquiera temporalmente si no quieren, y que ser madre no significa que te tienes que descuidar o sacrificarte por tus hijas e hijos, por el contrario, a ellas y ellos les hará bien ver que su mamá es una mujer plena, que sigue adelante a pesar de las adversidades, y que esta experiencia la empoderó a construir nuevas posibilidades de vida.
Después, podemos integrar a las adolescentes embarazadas y madres adolescentes al mercado laboral en lugar de excluirlas, correrlas o mal pagarles por su condición, y ser parte de su red de apoyo social en nuestros grupos, sin marginarlas ni criticarlas, sino desde la sororidad y la solidaridad de tenderles la mano y ser una influencia positiva en los momentos que lo necesiten por los problemas que enfrenten. Urgen grupos sociales que activamente realicen acciones a favor de estas adolescentes en lugar de correrlas de la casa, o expulsarlas de la escuela, u obligarlas a casarse, o perder el contacto con ellas porque ya no compartimos la misma realidad. No, no tenemos que estar de acuerdo con todo lo que digan y hagan, ni hacerles fiesta, pero con que no les pongamos piedras en el camino y las dejemos ser y vivir en paz estamos haciendo una gran contribución.
Y si queremos prevenir los embarazos en adolescentes, tenemos que generar amplios espacios sociales, comunitarios y de salud pública donde hablemos del consentimiento sexual, del machismo que implica ver a las niñas y adolescentes como objeto sexual y de salud de transmisión sexual. Menos mitos y más aceptación.